ZARAGOZA | Mario Soberón no estará hoy en Riazor y cumple ya diez partidos lejos del césped. El panorama ha cambiado con su ausencia y sobre su caso planean algunas incógnitas. El delantero cántabro se retiró en el descanso en Tenerife, el 11 de octubre. Tres días después, el parte médico reflejó una micro rotura a nivel en la musculatura isquiotibial. Han pasado 57 días desde su última actuación y no hay fecha pautada para su regreso.
En los dos partidos anteriores a su lesión, ante Sporting y Racing de Santander, se había especulado con unas molestias físicas que le impidieron iniciar el partido en El Molinón y terminarlo en La Romareda. El rumor no partió del banquillo ni del vestuario, pero sí del entorno más cercano al técnico. Víctor Fernández no se refirió a sus molestias como una coartada. En la semana posterior a su suplencia, el técnico habló con recelo, al hilo de las respuestas que había dado el cántabro durante la semana: “Soberón tenía una gran oportunidad para meter mierda, pero dio una lección de maestría. La razón por la que no jugó ante el Sporting es la misma por la que ha sido titular: para ganar. Con Soberón nos va a tocar ganar, empatar y perder. En este equipo nadie es imprescindible”.
Hasta ese punto, Soberón había sido el camino más corto hacia el gol, el mejor argumento del Zaragoza en ataque. Autor de 6 goles, había sido sustituido también en todos los partidos. Por el camino se descubrió la mejor versión de Iván Azón, pero el equipo pareció siempre incompleto.
57 días de ausencia
La ausencia de Mario Soberón parece ya un expediente. Los servicios médicos no detectan que su lesión original se haya reproducido y consideran que en el proceso no ha habido recaídas. Al margen de una secuencia captada por las cámaras y un abrazo a Cordero, Víctor Fernández ha sido el portavoz de la evolución de Soberón. El técnico ha recurrido a las sensaciones del jugador para explicar su falta. Incluso llegó a hablar de molestias en diferentes zonas: “No se siente seguro. Unos días le molesta el isquio, otros la rodilla, otros el sóleo…”
El jefe de los servicios médicos, Ireneo de los Mártires, le considera apto para la competición desde hace algunas semanas. Soberón, sin embargo, sigue sin encontrarse. Le invaden algunas malas sensaciones, visibles en el último calentamiento ante el Granada. Camino de la banda, fue y volvió en un par de ocasiones, en busca de calor para sus isquios.
Alta médica, sensaciones competitivas
Desde el departamento médico se filtra que ninguna de las pruebas realizadas reflejan una patología del futbolista. Se recuerda, a menudo, que ya dispone del alta médica, como si no hubiera una distinción entre ella y el alta competitiva. Especialmente en una zona lo suficientemente sensible, que puede resentirse en las horquillas de máxima intensidad: en la aceleración más exigente y la deceleración más brusca. Algunos medios próximos a esa versión de la historia prefieren hablar del umbral del dolor del jugador e incluso sugieren que su problema no es solo físico.
Conviene recordar una situación relativamente reciente que guarda cierto parentesco. En el curso pasado, antes del partido ante el Albacete, el equipo de fisioterapia advirtió de un alto riesgo de lesión de Quentin Lecoeuche. Se basaba en la exploración y en las propias sensaciones del futbolista. La zona afectada era la misma que la de Soberón: la musculatura isquiotibial. El equipo médico rehusó escuchar el consejo y Lecoeuche duró 28 minutos en el Belmonte, hasta producirse una nueva rotura.
Hoy Soberón escucha a su cuerpo y presta atención a sus temores. Su repuesta es totalmente diferente a algunas de las lesiones que ha sufrido a lo largo de su carrera. Limitado a la hora de ejecutar la explosión, todavía no se ve preparado para encadenar secuencias de alta intensidad. El club y Víctor Fernández esperan impacientes la recuperación del delantero. Después de que todas las lesiones del curso se correspondan con fichajes, han elegido la prudencia como receta para recuperar a su goleador más eficaz. Y esta vez, aunque duela, han decidido guiarse por las sensaciones del futbolista.