Que la Sociedad Deportiva Huesca encantó y enamoró a propios y extraños en su partido ante el Deportivo de la Coruña no es un secreto. Tuvo Michel y sus jugadores un serio examen ante un gran equipo y con un distinguido y respetado entrenador, Anquela, que para el mundo del fútbol es merecedor de un respeto por su trayectoria y manera de ver el fútbol. Sus equipos están siempre bien posicionados, son competitivos y se caracterian por jugar ordenador.
Pero era la tarde de la puesta en escena del Huesca en su casa. Con un campo a reventar en una tarde calurosa, con ganas de echar tierra y sepultar el paso del equipo por lo que se convirtió la Primera División; un desierto largo y pesado. Pitó el colegiado y comenzó la fiesta del Huesca. Fútbol ofensivo, presión alta, ataque estático, proyección constante de ls laterales abriendo el campo. Los equipos buenos son anchos (amplitud de laterales) y cortos. Es decir, líneas juntas evitando a toda costa que el bloque se parta.
La intensidad, la dinámica, el ritmo, el compromiso y la concentración de esta versión 19-20 del Huesca es para aplaudir, el mensaje del míster está siendo bien procesado por la plantilla que salvo dos o tres detalles, cumple a rajatabla lo trabajado por el entrenador durante la semana.
Seis momentos debe trabajar un equipo de fútbol en los partidos para salir victorioso. No son otros que ataque, defensa, transiciones defensa-ataque y ataque-defensa, pelota parada a favor y en contra. Por lo analizado en el partido ante el Dépor, el plantel trabaja día a día estos temas y lo disfrutamos el domingo en el campo.
La Sociedad Deportiva Huesca me encantó. Es un equipo equilibrado y balanceado, equilibrio desde su portero a Escriche y balanceado en sus tres carriles, izquierdo, central y derecho. Pero como la perfección no existe carece este equipo de un delantero golpeador, de un 9 de área. Escriche es espectacular pero falta un matador que las empuje dentro y gritar más a menudo aquello tan radiofónico de ¡Está dentro, gol!