Los profundos ojos azules de Fernando Garrido (Madrid, 1958) resaltan aún más con ese moreno montañero que luce. Tiene toda la pinta de seguir fuerte, muy fuerte. Pasan los años y mantiene su recórd de vida en altura. El de sus 62 días en la cima del Aconcagua, a poquito más de 7.000 metros de altitud, cumple ya 34 años. Tiene otro más. El imperecedero es el del primer hombre en hacer un ochomil, en invierno, y en solitario. Fue en el Cho Oyu, un 6 de febrero de 1987. Solo otro escalador ha conseguido una cima de esa magnitud, Wielicky, en el Lhotshe, el 31 de diciembre de 1988. Y ambos, sin oxígeno artificial.
La empresa Aragón Aventura, en Jaca, es su cuartel general. Recibió a sportaragon.com mucho antes de que el coronavirus llegara a nuestras vidas. Desde allí, desde al lado de la vieja pista de hielo de la que ya solo quedan fotos y recuerdos organizan excursiones a cualquier sitio donde haya una montaña, un barranco, un río o una selva. Su hermano Javier estaba en ese momento en uno de esos paraísos del esquí, en Japón. Ya se sabe, el ‘japower’.
De su récord en el Aconcagua dice que es “anecdótico”. Tampoco le importaría que se batiera. “Está claro que es algo que se sale del alpinismo, pero será difícil que se bata. En el Aconcagua no, porque ya no se permite desde que se hizo Parque Nacional. Para hacerlo más alto habría que irse al Asia Central, a las cordilleras de Himalaya o de Karakorum lo que requiere de mucha más logística y dinero, pero estoy convencido de que se hará”, señala.
Nacido en Madrid, aragonés de adopción y afincado desde hace años en Jaca, cuando se le pregunta por la importancia de la mentalidad para lograr un récord así donde el poderío físico se le supone, quiebra esa palabra de mentalidad y prefiere decir que fue mucho de “cabezonería”. Confiesa que entró en un terreno desconocido. Al Aconcagua llegó casi en silencio, solo conocía su disposición a pasar semanas en la cima del Aconcagua, un círculo muy reducido de personas. Eso sí, la noticia traspasó fronteras como era lógico.
Tenía 27 años, sufrió congelaciones en los pies, adelgazó 17 kilos y su idea era estar solo desde el principio. En su aventura hubo una búsqueda introspectiva y de cierto misticismo. Hubo pocas visitas y se ríe cuando recuerda que “llegaban montañeros que estaban más hechos polvo que yo. Casi los tenía que animar yo, más que ellos a mí”. El paso de los días sirvió para que su cabeza se aclimatara cada vez más, aunque su cuerpo se desgastó de forma proporcional.
Su historia la recogió en un libro ‘7.000 metros, diario de una supervivencia’ ya retirado de la circulación que no lo reedita, cuenta, por una cuestión de pereza, porque siempre está liado. Eso sí, tampoco se cierra en banda a que vuelva a los anaqueles de las librerías y/o al mundo de internet. Con el paso de los años y cuando se le pregunta el porqué hizo ese reto, qué es lo que le llevó a estar el máximo número de días posible en la cima del Aconcagua, Fernando Garrido responde serio: “Siempre me ha gustado la altura. En el 79 ya subí al Aconcagua en invierno y en solitario… que no se debe hacer. Cayó en mis manos el libro de Nicolas Jaeger que estuvo 60 días cerca de la cifra del Huascarán a 6.700 metros. Me maravilló esa combinación de altura y experiencia extrema”.
El récord que no le quitarán es el de ser el primer alpinista que subió a un 8.000 en invierno y solo. Fue el Cho-Oyu. “En invierno no hay nadie allí. Y para ser una ascensión en invierno y en solitario no debe haber nadie en la montaña o esa ruta. Es un detalle importante. La sensación de estar solo, de tomar tú las decisiones, de tener toda la montaña para ti… es algo especial. Es muy intenso”.
El Himalaya central en invierno es muy seco, con mucho frío y viento. Es duro para los grupos grandes, pero la colaboración atenúa el esfuerzo. En solitario, no. El K2 invernal es el último gran ochomil que resta por lograr su cima en invierno. “Caerá el invierno que viene o dentro de dos. Y en mi época cuando iba lanzado e intenté el Everest en invierno en solitario, pedí un permiso al K2 para subir el invierno y en solitario. Lo tengo en casa y pagué 500.000 pesetas. El Gobierno de Pakistán lo puso de forma clara que si eran ellos los que se echaban atrás me devolvían el dinero, pero fui yo quien no lo intentó”, recuerda. En su particular quiniela de quién logrará pasar a la historia del K2, Fernando Garrido pone en liza a los polacos y al italiano Simone Moro.