No hay mercado de fichajes que se precie en el que los nombres de los fichajes aparezcan antes en los medios de comunicación que en la páginas oficiales de los clubes. Es ley de vida. Las famosas filtraciones, interesadas o no, están a la orden del día y, como es lógico, de ellas vivimos los periodistas, justo cuando el sol aprieta y apetece más una cervecita en la playa que una monótona tarde de verano en la redacción. Hasta aquí, todo en orden, pero el oscuro mundo de los chivatazos merece como mínimo un artículo, aunque podría dar para un culebrón venezolano.
Al lío. Puedo confirmar al 200% que ningún periodista se levanta por la mañana y, mientras se prepara un café con leche, recibe por ciencia infusa el nombre del futbolista deseado por el equipo que sigue en su radio, su periódico o su televisión. Eso es así. A mí, eso no me ha pasado, pero tampoco a ninguno de mis muchos conocidos entre los compañeros de profesión que, de contar con esa valiosísima capacidad, la emplearíamos para `el Gordo´ de la Lotería de Navidad. En lo que sí creo, sin duda, es en las casualidades, porque lo he vivido en primera persona y el mundo es mucho más pequeño de lo que puede parecer. Contaré un ejemplo de los más de diez que me vienen a la cabeza.
Innsbruck 2008
Corría el verano de 2008, con el Real Zaragoza recién descendido a Segunda, cuando me marché a Innsbruck a ver dos partidos de España en la Eurocopa. Sonó mi teléfono, vi en la pantalla más números que en una cuenta corriente y respondí la llamada. Al otro lado, una voz gruesa con un extraño acento y un castellano deficiente preguntaba por Óscar y me felicitaba por mi fichaje por Olympiacos… Traté de sacar a mi interlocutor de su error, porque ni era futbolista ni tenía la más mínima intención de marcharme a Grecia, mientras él insistía y suplicaba que le dijese lo feliz que estaba por mi traspaso. Enseguida entendí que no era una broma de cualquiera de mis simpáticos amigos, así que seguimos hablando y, a duras penas, se identificó como el jefe de deportes de un periódico importantísimo en Atenas, con hilo directo con el presidente, que le había asegurado que Óscar, jugador del Real Zaragoza, ya estaba cerrado. Incluso me repetía que había conseguido mi teléfono gracias al club y que ellos siempre eran los primeros en hablar con los nuevos jugadores del Olympiacos. De locos.
Triángulo Óscar González, Olympiacos y Real Zaragoza
Tanta seguridad me hizo pensar que el insistente periodista igual no se estaba quedando conmigo, y que se trataba simplemente de una rocambolesca casualidad. Le pedí dos minutos para que me volviese a llamar y lo que hice nada más colgar fue ponerme en contacto con Óscar González, maravilloso mediapunta querido y odiado a partes iguales. Mi frase fue contundente: “Osquitar, muchas felicidades por tu fichaje por Olympiacos”, y su respuesta deshizo el entuerto: “¿Cómo lo sabes? Si se ha firmado hace media hora”. Misterio resuelto, Óscar había fichado por el campeón griego, pero González no Marco, y la cuestión es que al pasarse el teléfono entre clubes la agenda jugó una mala pasada al departamento de comunicación del Real Zaragoza. El final de la historia es que en Aragón TV contamos el traspaso en el informativo pocos minutos después, y es que las casualidades existen y provocan situaciones tan extrañas como ésta.
Volviendo al inicio del artículo, a las filtraciones, son mucho peores las interesadas, bien por parte de los representantes, siempre pensando en su negocio, o por parte de los clubes. En este sentido, en el caso del Real Zaragoza habría mucho que analizar porque parece haber una garganta profunda que, ante la pérdida de protagonismo, pretende darse la importancia que no tiene en la confección de la plantilla. Lo que no entiende es que contando según qué nombres, él igual piensa que es Monchi, pero realmente le que está haciendo es un flaco favor al club que le paga. No sería el primer fichaje que se tuerce por aparecer en los medios y despertar el interés de otros equipos. Soy periodista y vivimos de contar nombres, pero hay muchas ocasiones, casi siempre, en las que se vale más por lo que se sabe que por lo que se dice.
Seguiremos informando… cuando vuelva la competición. ¡Feliz verano!