La fragilidad defensiva fue una de las notas negativas que deparó el choque copero ante un Real Valladolid que desnudo las vergüenzas defensivas de una zaga totalmente inédita esta temporada.
Si algo tenia de relevante el partido copero era ver el nivel de los futbolistas que hasta la fecha estaban teniendo menos protagonismo. Se trataba de comprobar si estaban en disposición de hacer dudar al técnico azulgrana de cara a los próximos compromisos ligueros. Todo lo planteado quedó muy lejos de la realidad. El partido dejo más sombras que luces y una preocupante indolencia defensiva, que unida a errores graves dejaron un regusto algo amargo.
Tres eran las caras nuevas que introducía el técnico de Vilasar con respecto a los dos últimos compromisos ligeros en la linea defensiva. Lo cierto es que todos dejaron dudas acerca de su actuación. Una de las novedades era ver el regreso de la pareja de centrales que hasta hace pocos meses era titular en Camino Cocorón. Lo cierto es que defraudó. El mal partido en lineas generales del equipo dejó mal parados a ambos -Carlos David e Íñigo López-. Pese a “ser un mal día”, tal y como lo calificó el técnico en la rueda de prensa, a buen seguro se habrán tomado nota de los errores para que no vuelvan a producirse. Se les vio lentos, sin compenetración y con una falta de contundencia impropia de dos centrales experimentados y conocedores el uno del otro. Además, el central extremeño acabó expulsado por segunda vez esta temporada. Dos expulsiones en dos partidos se antoja demasiado. Que Carlos David no está atravesando por un buen momento, es un hecho. Será importante, vital, recuperar el mejor nivel de un jugador fundamental en el vestuario y muy querido por la afición.
Íñigo López volvió a tener uno de esos días difíciles en su debut oficial esta temporada, donde los errores defensivos volvieron a hacer mella en un sector de la afición que acabó descontenta con su actuación. Su rol y su experiencia puede ser importante para ayudar al equipo en situaciones delicadas. De Rubi dependerá, y de momento así ocurre, que lo haga desde un papel más secundario.
La noche estuvo llena de debuts oficiales y el de Rulo no iba a pasar desapercibido. Gran parte de la grada estaba esperando poder verle en acción y lo cierto es que dejó un regusto amargo. Sus ganas iniciales por agradar, unido a su corta edad -tan solo tiene 21 años- le jugaron alguna que otra mala pasada. Aun así y como también expresó el técnico en rueda de prensa “es un futbolista al que hay que darle tiempo”. Su juventud e inexperiencia en la categoría son situaciones que debe aprender a manejar. El tiempo y la paciencia serán sus mejores aliados. Se le intuyen maneras de medio campo hacia adelante: tiene brío y velocidad pero debe cuajar de igual forma como defensa. La Segunda División exige de un nivel físico y una concentración importante. Rulo ya lo ha comprobado.