ZARAGOZA | Por tercera vez en la temporada 24/25 se van a cruzar los caminos de Real Zaragoza y Fran Escribá. El técnico, que ocupó el banquillo zaragocista hasta el pasado mes de noviembre de 2023, aceptó el reto de entrenar al Granada CF tras la destitución de Guillermo Abascal en el mes de octubre.
Un entrenador con sentimientos
Fran Escribá cuenta con algo que, con permiso de Juan Ignacio Martínez, no pueden decir el resto de compañeros que han ocupado el banquillo del Real Zaragoza: quiso y supo despedirse de manera elegante, sincera y honesta. En un mundo en el que esas tres últimas maneras escasean, Escribá decidió ser aquello que demostró desde su llegada en 2022 al conjunto blanquillo: un auténtico señor, que sin arraigos familiares y ni siquiera sentimentales, demostró a todo el mundo que, con total seguridad, había sido el entrenador forastero que más ha sentido el escudo. En su despedida, una frase que llegó al corazón de muchos aficionados: “Tengo mi abono. Espero volver a final de temporada a celebrar algo gordo con esta afición porque se lo merecen”, comentó el técnico visiblemente emocionado.
Pese a que en lo deportivo no consiguió los resultados y no logró rehacer a un equipo que cayó desplomado desde octubre del 23, Escribá demostró que en el fútbol, por encima de entrenadores existen personas que sienten y padecen. Que fallan y lo reconocen. Que entienden la situación y que, lejos de los rencores, decide actuar por lo que un día su corazón le susurró. Por ello, y siendo que su salida era prácticamente inevitable, La Romareda le guarda respeto, algo que solo él se ganó.
La Romareda y una espina clavada
El preparador valenciano llegó a Zaragoza en noviembre de 2022 para cambiar el rumbo de un equipo abocado al fracaso, que sentía de cerca el peligro real del descenso. Lo consiguió creando un equipo férreo y con versatilidad en ataque. Con él, llegaron las esperanzas: se frenó una caída libre y se logró estabilizar lo que parecía un proyecto. La marca personal de Escribá se grabó en La Romareda a través de una identidad de la que dotó al equipo.
Tras la despedida del gran capitán, Alberto Zapater, se creó una comunión de complicidad entre equipo y afición. El fin de temporada lejos del descenso y esa despedida haría que en ese mismo verano se decidiese contar con él como capitán del proyecto 23/24, con lo que parecía el preludio a un acto de fé: parecía que asomaba en el tiempo el año en el que el equipo lograría el objetivo. Pero un huracán de viento hizo volar todas las esperanzas con una caída inexplicable.
Todo el mundo se hace la misma cuestión: ¿qué sería de Fran Escribá y su Real Zaragoza si Poussin no hubiese echado el balón al césped en El Molinón? la respuesta, que nunca llegará, se la guardó la incertidumbre. Una grave crisis deportiva se convirtió en la sentencia para un Escribá que en su despedida aseguró sentirse responsabilizado y sabiendo que era una situación insostenible.
El técnico, desde el día de Gijón, no consiguió encontrar la forma de levantar a un equipo que se sintió campeón en el primer tramo de temporada, cuando ningún equipo encontraba la fórmula de hacerle daño. El fútbol, por entonces, le asestó un golpe muy duro tanto a él como al entorno del Real Zaragoza. Una caída tan rápida y tan peligrosa que se llevaron al técnico por delante (e incluso a su sucesor, que sería despedido en marzo). También el fútbol le guardaba una oportunidad casi un año después de ese disgusto: Los Cármenes confiaría en él para abordar el retorno a la máxima categoría.
Un Granada de autor y con calidad
Desde la salida de Abascal, entrenador que comenzó la temporada en el conjunto nazarí, el equipo encontró con Escribá una fórmula para frenar la caída en seco. Pese a que existió una racha de partidos no muy halagüeños, ahora los granadinistas se encuentran capaces de llegar a los puestos de promoción. En esa capacidad va implícita la marca del entrenador valenciano, que ha conseguido aumentar el rendimiento de una plantilla llena de nombres de nivel, pero que no encontraba su identidad para poder obtener resultados.
Además de esa identidad, Escribá puede contar con una de las plantillas más poderosas de la categoría. La salida de Myrto Uzuni, dolorosa pero beneficiosa en el aspecto económico, ha dado pie al conjunto andaluz a reforzarse de manera lujosa y única en la categoría: Juan Diego Molina “Stoichkov“, Borja Bastón y Abde Rebbach han llegado a Los Cármenes para asaltar los puestos de promoción y acercar al equipo andaluz al regreso a la Liga EA Sports.
No solo esos refuerzos, sino también la metralla con la que contaba el equipo rojiblanco son armas suficientes para pensar en un equipo vertical, peligroso y con un gran volumen de calidad en metros finales: Lucas Boyé, Weissman, Gonzalo Villar, Tsitaishvili, Hongla, Reinier… y un largo etcétera de jugadores que deslumbran en la Liga Hypermotion.
Una identidad asentada
El conjunto de Escribá recibe al Real Zaragoza tras lograr puntuar en El Alcoraz y con una buena racha en forma de resultados, pero además de ello su radiografía ayuda a determinar qué aspectos debe tener en cuenta Miguel Ángel Ramírez para contrarrestar los peligros de un equipo que en casa está haciéndose fuerte.
Con un 4-4-2 en línea como marca personal del entrenador valenciano, el equipo nazarí esconde varios secretos: Sus laterales se convierten en extremos a la hora de atacar, ya que encaran con dos jugadores por fuera para generar espacios interiores. Lejos de ser un equipo plano, sus atacantes combinan entre sí y siempre encuentran el hueco necesario para poner en apuros al equipo al que se enfrenta. La importancia de un centro del campo que abarque, los laterales de largo recorrido y dos puntas que caigan a los espacios para encontrar superioridad es la gran puesta en escena del conjunto nazarí.
Aunque Escribá se encuentra para recibir al Real Zaragoza nun gran problema: no tiene laterales izquierdos y solo uno está sano en el costado diestro. Carlos Neva cayó lesionado antes del descanso en El Alcoraz y su sustituto, Ricard, acabó expulsado tras una agresión a Soko a instantes de finalizar el primer tiempo. Rubén Sánchez tuvo que pasar al costado izquierdo y el equipo terminó con un centrocampista de lateral. Existe la posibilidad de que Escribá ponga en liza una defensa de tres con carrileros, aunque esta opción está por detrás de la que sería más natural: un jugador con ficha B de los que están en dinámica de primer equipo que ocupe el lateral zurdo.