ZARAGOZA | Fran Escribá no elige los empates, pero ha aprendido a disfrutarlos. Una de sus citas al acabar el partido ante el Albacete (1-1) definen esa circunstancia con precisión: “En esta categoría hay muchos empates y yo soy ambicioso. Me dicen antes del partido que vamos a empatar y no me gusta, pero sirve para sumar. Ojalá en algunas derrotas hubiéramos tenido esa mentalidad. Sumar es siempre un mal menor. Llevamos 4 empates y 1 victoria. Prefiero eso que perder”.
El técnico ha entendido que para alcanzar la permanencia el Zaragoza debe sumar pequeños pasos. Quizá ninguno de esos partidos definen esa circunstancia como el que se jugó ante el Albacete. El técnico aplaudió el empate porque el Zaragoza tuvo todas las de perder. Se adelantó en el marcador, pero antes había creído en los milagros de Cristian Álvarez. El Albacete le superó casi siempre: se adaptó a los contextos de partido, mandó en campo rival y amenazó en una carrera y en una baldosa.
Escribá analizó los defectos de su equipo: “No hemos jugado bien, pero no es un problema de esfuerzo. Sería culpa mía poner a gente que no lo da todo. Es la calidad que tenemos, si estamos dónde estamos no es por sorteo”. A su frase le siguió un silencio en la rueda de prensa, el punto exacto en el que cualquiera ve de cerca un titular.
Detrás de esa sentencia se esconde también una lectura del contexto. Si el Zaragoza empata tanto es porque conoce sus límites: ha entendido que no está para ganar siempre. Y mucho menos ante un equipo tan trabajado como el de Rubén Albés, dueño del tiempo del partido y de las mejores ocasiones en La Romareda.
Escribá valora el peso de los empates en el curso: suma 9 tablas en la temporada y 5 de ellas han llegado a La Romareda. En un partido que el Zaragoza pudo ganar e hizo mucho para perder, el técnico le dio las gracias al empate.