ZARAGOZA | Qué particular es el fútbol. Un día puedes ir el primero en la clasificación y firmar el mejor arranque liguero desde hace muchos años y al otro tu cargo puede estar pendiente de un hilo. Es lo que le ha sucedido a Fran Escribá. Al técnico zaragocista se le ha caído el equipo en cuestión de algo más de un mes y ha pasado de ganarlo todo en las cinco primeras jornadas a caer hasta la novena posición con la figura del entrenador valenciano en entredicho. Es cierto que Escribá no tiene la culpa de errores groseros individuales que le han hecho perder partidos al conjunto maño, pero los números hablan por sí solos (5 puntos de los últimos 21 posibles) y las miradas también deben apuntar hacia el banquillo.
Desde que recaló en la capital del Ebro, Escribá vive su momento más delicado al frente del Real Zaragoza. Su tozudez con el sistema, la falta de autocrítica y el escaso rendimiento que le saca a ciertos jugadores ha hecho que lo que todo parecía idílico al comienzo de temporada, ahora se haya convertido en el más negro de los agujeros. El entrenador zaragocista comenzó dando forma a la plantilla a través del famoso rombo y los resultados fueron excelentes. Pero con el tiempo y con la llegada de extremos puros, el rombo se convirtió en el 1-4-4-2 en línea tan querido por el técnico. Marc Aguado o Maikel Mesa, estandartes del equipo por aquel entonces, fueron los más perjudicados y rápido sus prestaciones fueron a menos y con ello el rendimiento del resto de sus compañeros.
La tecla de Fran Escribá
Fran Escribá dio con la tecla en Gijón y alineó a sus futbolistas en la posición donde mejor rinden. El salto de nivel fue total y el Real Zaragoza se hubiera llevado los tres puntos del Molinón si Poussin no hubiese lanzado ese balón al suelo a falta de escasos segundos para acabar el partido. Aquello le sirvió al entrenador zaragocista para depurar responsabilidades, al igual que el pasado sábado en el que afirmó que “son fallos que acaban en gol, debemos minimizar errores”, refiriéndose a Jair y su falta de contundencia en los dos primeros tantos del Eibar. A pesar de estas acciones puntuales, el cuadro blanquillo deja mucho que desear durante grandes tramos de los partidos en los que juega a merced del rival y en los que las acciones ofensivas dependen de la inspiración de Valera o Maikel Mesa. Y eso ya no es cosa de los futbolistas sino del entrenador.
El Plantío, una prueba de fuego
El próximo lunes a las 21 horas, el Real Zaragoza se enfrenta al Burgos en lo que parece que la suerte del entrenador valenciano puede quedar marcada. El conjunto burgalés ha perdido toda la seguridad defensiva por la que se caracterizaba la temporada pasada y se sitúa en la undécima posición con cuatro puntos menos que los zaragocistas. Los pupilos de Fran Escribá deben remontar el vuelo para despejar ciertas dudas y la oportunidad que se les presenta es idónea.