El Real Zaragoza no podría haber empezado la temporada de mejor manera. Dos partidos, dos victorias y las dos ante una afición que ha llevado en volandas al equipo durante todo el encuentro. Los blanquillos se enfrentaban al primer reto de la temporada: ganar a un equipo recién descendido de Primera División como el Real Valladolid. Y lo han conseguido, demostrando calidad y buen juego. «Era una prueba de madurez y el equipo la ha superado. Sabíamos que los cambios de ellos iban a aportar mucha calidad y que aguantar el Valladolid 45 minutos es complicado. Era un partido difícil porque teníamos enfrente a un gran rival», ha señalado el técnico zaragocista Fran Escribá.
El único gol zaragocista fue obra de Alejandro Francés, que volvió a recuperar la mejor versión de su juego en esta cálida noche de agosto. Podrían haber sido dos goles, pero el VAR y el árbitro decidieron anular un tanto de Maikel Mesa por fuera de juego. Otra de las buenas noticias de la noche, fue el volver a dejar la portería a cero por segunda jornada consecutiva y sin haber visto un gol en contra en lo que llevamos de temporada. «No hemos encajado y estoy muy contento. Hemos ganado ante un gran rival. Es un punto de partida muy bueno para lo que viene».
Comunión afición-equipo
Pero, sin duda, lo más positivo fue la unión entre equipo y afición. «No hemos hecho nada más que sembrar la ilusión entre la gente», ha defendido Escribá y ha añadido: «Seremos ofensivos, pero para nosotros el estar bien por detrás del balón es importantísimo».
Además de los 90 minutos reglamentarios, el árbitro decidió añadir hasta 17 minutos —entre las dos partes— tras las continuas revisiones del VAR, las pérdidas de tiempo y las faltas. En la primera parte, un posible penalti en contra de los blanquillos ha dejado en duda a toda La Romareda durante varios minutos. «Imagino que habrá sido tan milimétrico que habrán estado esperando. Nos lo dijeron en la reunión que tuvimos, que habría menos intervenciones y que intentarían que fueran más rápidas».
Por segunda jornada consecutiva, y rompiendo la propia regla del técnico, Escribá decidió repetir once inicial. «Casi nunca repito 11. Creo que volvimos a acertar. El partido necesitaba lecturas y los jugadores estuvieron brillantes, también los del banquillo». Ahora el Real Zaragoza se enfrenta a otro reto: seguir con la imbatibilidad fuera de casa, lejos de su afición.