ZARAGOZA | Fran Escribá explicó las claves del empate en el derbi aragonés (1-1). El técnico valenciano le puso palabras a un duelo marcado por la tensión y las decisiones arbitrales, en el que la emoción le ganó al fútbol. El partido se explicó a través del discurso de Escribá: “Los dos hemos ido a intentar ganar pero sin equivocarnos, para no perder. Y eso ha provocado que viéramos un partido trabado y con pocas ocasiones”.
El duelo quedó marcado por las decisiones arbitrales, con las expulsiones de los dos capitanes en el primer acto. Escribá fue diplomático, generoso con la labor arbitral: “Creo que el arbitraje ha sido bueno en líneas generales, pero ha habido dos acciones que han condicionado el partido. Puede que las dos expulsiones fueran justas, pero estamos sacando muy rápido las rojas y creo que para eso está el VAR”.
El partido fue otro para Escribá y su Zaragoza, que consiguió adelantarse pero no guardar su ventaja: “Nos fastidia no haber manejado el partido lo suficiente para llegar con ventaja al descanso. Al fútbol se juega 11 contra 11 y hoy se ha visto por qué. Parece mentira todo lo que cambia tener un jugador menos. Los dos estábamos en inferioridad en ataque y después de marcar, cometimos varios errores en la salida del juego. En uno de ellos, llegó una segunda acción y el empate”.
Bebé sumó otro gol en sus registros y sus virtudes siguen valiendo mucho más que sus defectos. En la segunda mitad, cuando las fuerzas flaquearon, Escribá eligió su sustitución: “Habíamos barajado la posibilidad de cambiar de banda a Bebé, quizá porque Vada ofrece más trabajo. En la segunda mitad el Huesca ha cargado mucho más esa banda. Bebé es determinante en muchas cosas, pero sabe que tiene que aportar en defensa”.
Los números favorecieron al Huesca, que probó su suerte con más insistencia. Cristian Álvarez se elevó en los últimos minutos, dolido por el rechace que concedió en el empate. El argentino anuló los mejores intentos de los oscenses, en el remate y en los centros. Preguntado por los méritos de uno y otro, ante el inventario de las ocasiones, no creyó que los locales fueran superiores a los suyos. Resolvió una pregunta larga y formulada a través de los datos con un lacónico “no”. Con él quiso decir que el empate fue el resultado más justo, el que más feliz dejó a ambos.
Así cerró Escribá su discurso, en un derbi táctico, hecho a la medida exacta de los entrenadores.