Fran Escribá elige la pausa en las ruedas de prensa, de la misma forma que escoge la sensatez y la naturalidad para sus dibujos. En la mañana del sábado repasó la actualidad del Real Zaragoza y preparó la previa de un duelo que siempre pertenecerá a otra liga. Escribá busca un lugar para su equipo, una personalidad reconocible. En rueda de prensa destacó una obviedad, que la energía y la felicidad en el fútbol llega siempre en forma de victoria.
Escribá tiene el fútbol en la mirada. Respetuoso, no deja una respuesta en el aire ni siquiera cuando se olvida de contestar. Vuelve sobre sus pasos y reflexiona en voz alta: sin pliegues, con un discurso diáfano y sosegado. En la previa avisó de la urgencia del Sporting, del peligro que tiene jugar ante un rival herido. La inercia de la remontada ante el Villarreal B favorece al grupo, que fue en la Cerámica capaz de jugar dos partidos en uno solo. Y Escribá, que cree en el poder de las dinámicas, quiere vencer dos veces para lograr ese recurso que tanto se busca en el juego: el punto de inflexión.
Giuliano Simeone llegará a la cita, aunque parece difícil verle desde el inicio. El argentino ha hecho todo para volver a contrarreloj, pero todavía no se ha librado por completo del dolor en la zona lumbar. La afición le espera junto a Azón, en una pareja que ilusiona, pero que apenas ha coincidido en la temporada. El canterano recuerda un gol que fue también una estampida en El Molinón y afila su remate, en el mejor momento del curso.
Escribá habló también del mercado y dijo que no quiere movimientos sin sentido, solo piezas que mejoren el puzle. El técnico dejó su petición sobre la mesa: el Zaragoza necesita regateadores, futbolistas capaces de cambiar el ritmo de los partidos. En ese lugar del plan solo aparece Bermejo, al que se espera también en El Molinón.
Poco después, Escribá se refirió a Gueye en un tono revelador. Le pide que ponga “un poco más de su parte”. Pero al senegalés le falta la parte y le falla también el todo. En la apuesta del club por Gueye está el mayor de todos los fracasos en el curso. Escribá, conciliador y con el aspecto del profesor que siempre merece la pena tener, elige también la paciencia como la receta.
Ante el Sporting de Gijón el Zaragoza pone a prueba su reacción en la temporada. Los 13 de 24 puntos confirman cambio de sus tendencias. Al equipo asturiano, por su parte, nunca le sentó bien estrenar técnico ante los blanquillos. El Zaragoza por su parte sonríe: tiene un grupo con muchas limitaciones, pero bien entrenado por su técnico. En dos meses ha conseguido un logro subjetivo, pero que tiene un valor sustancial en el fútbol: una identidad propia. El Zaragoza se parece cada vez más a su entrenador. Y eso, con Escribá en el escenario, es o una promesa o una garantía.