ZARAGOZA | Fran Gámez es ‘uno di noi’. Durante mucho tiempo una parte del zaragocismo ha renegado de un jugador que nunca ha regateado un esfuerzo, por mucho que los extremos rivales lo hayan intentado con él muchas veces. Está claro que Gámez no es un jugador mediático, ni que sepa venderse. Su estatura al igual que el tipo de perfil de jugador es bajo. Lo suyo es subir la banda derecha esperando alcanzar el horizonte aún a sabiendas de que eso será imposible.
Algunos aficionados le acusan de no ser un jugador especialmente dotado con una técnica exquisita. Dicen que no es Belsué ni Cafú, lo que quizá hable bien de cómo les funciona el sentido de la vista, pero muy mal de su sentido de la orientación. A estos habrá que avisarles que el Zaragoza está en Segunda División, aunque no se hayan dado cuenta, o lo que es peor, no quieran darse por enterados. Esa exigencia de aficionado excesivamente “gourmet” no tiene mucho sentido después de llevar once años en la segunda categoría del fútbol español. A un jugador que juega en esta liga no se le puede pedir la excelencia, pero sí un nivel notable tanto técnico como táctico. Y ese es el caso de Fran Gámez, un jugador con la calidad y la actitud necesaria para llevar la camiseta del león en su pecho.
Fran es un jugador que no es nada dudoso en que da todo lo que tiene. Un jugador optimista, que se suma al ataque constantemente con la esperanza disfrazada de seguridad, de que sus incursiones por la banda acabarán en ocasiones de gol, o directamente el balón acabará en las redes de la portería rival. Es un jugador que sí no se le cortan las alas le gusta subir de manera endiablada y celestial a la vez, demostrando que el cielo y el infierno se tocan cada semana en el estadio de la Romareda. Michael Landon fue el protagonista de una serie que se llamó ‘Autopista hacia el cielo’, y en este título es en el que piensa Gámez cada vez que la banda derecha se le pone por delante con el balón en sus pies.
Fran Gámez es el único jugador que termina contrato esta temporada, y es sabido que en su último año de contrato los jugadores suman un plus a su rendimiento esperando ser depositado en el futuro de su cuenta bancaria. Gámez no parece ser de ese tipo de jugadores, parece pertenecer al típico “futbolista obrero”. Un profesional siempre cumplidor y que no crea problemas. En definitiva, un tipo de fiar.