La renovación de Francho Serrano es un paso estratégico en el nuevo Zaragoza. Tiene el poder de un símbolo, de un cambio estructural. Francho representa al zaragocismo más actual: joven, militante, incondicional. En sus dos temporadas en el primer equipo se ha convertido en un ejemplo para los siguientes. Modélico en el comportamiento, sacrificado en el juego, Francho posee una lectura especial de los partidos y de su contexto. Él, sin pretenderlo, es el guía silencioso de una generación llena de hambre y de fútbol.
Sus dos temporadas en el primer equipo han sido un curso acelerado. Ha visto la cara más desagradable del juego: lejos del ascenso, ha sufrido más de lo que ha podido disfrutar. Y, como una prueba más de su inteligencia, se ha adaptado al medio y a un fútbol diferente del que se proyectó para él. Si en sus últimos años de cantera fue un lector del juego, pronto entendió que en el fútbol de Segunda debía crecer en el ida y vuelta. Ha desarrollado su físico, no ha ahorrado una sola carrera y ha comprendido que su mejor arma ofensiva es la aparición por sorpresa.
Francho Serrano siempre pareció un jugador de otro tiempo. En el mejor sentido de la expresión. Y esa estética tan suya -medias bajas, pelos en las piernas y un corte de pelo sin riesgos- muestra una intención oculta: la voluntad de no traicionarse a sí mismo. Vive un cuento de hadas, un sueño en tiempo real, pero él se esfuerza en algo excepcional en un deportista moderno: ser una persona normal.
Serrano sigue sin ser un producto acabado, pero pule sus defectos en secreto: aspira a pisar más y mejor las áreas, a tener una regularidad plena en la temporada, a dominar todas las suertes del juego. Sueña despierto y piensa que además del 14 llevará algún día el brazalete. Nunca fue el futbolista más hábil ni el más poderoso, pero su mejor regate siempre estuvo en la cabeza. Es ahí donde se localiza su virtud: en saber lo que va a pasar un segundo antes de que pase. También en otro matiz, que tiene que ver con el amor a unos colores. Cuesta encontrar a un jugador que tenga tantas ganas de ser importante en el equipo de su vida.
El club eligió su renovación para promocionar la camiseta de esta temporada y para presentar el nuevo eslogan del club: Lo mejor está PORVENIR. Quizá porque con el mediocampista, que aspira a ser un jugador de club y de un solo club, se cumplen hasta los reclamos publicitarios.
Francho Serrano es el Zaragoza de hoy y la ilusión del mañana.