ZARAGOZA | Al acabar el partido del sábado, los suplentes y los jugadores que no habían participado se ejercitaban sobre el césped de Riazor. Francho Serrano, autor de las tablas sobre el descuento, se acercó a la grada visitante para agradecer a los aficionados su apoyo. El viaje, cercano a los 800 kilómetros, no se había saldado con un triunfo, pero había tenido un cierre feliz, un alivio en forma de empate. El canterano vivió entonces un momento emocionante. La grada se desató con un cántico unánime: “Nosotros te queremos, Francho quédate”. Serrano pareció emocionado, feliz y conmovido, arropado por una hinchada que le mira como a uno de los suyos.
Francho Serrano vive un año complejo, con el rumor de su renovación como telón de fondo, alternando la posición de titular con su entrada en las segundas partes. Alejado de ese ruido, se centra en mejorar su juego, en pulir algunas lagunas pendientes. Lo hace convencido de que el trabajo en silencio siempre será una respuesta, satisfecho por haber superado una lesión que le detuvo en el curso pasado. Comprometido y útil en cualquier rol del partido, crece con el paso del tiempo, también con el avance de los partidos. Los números demuestran una evolución que Francho siempre tuvo en la cabeza: acercarse al gol y mejorar sus registros. En Riazor logró superar su mejor cifra en una temporada, con 4 goles ya en diciembre. Con ellos, ya suma 12 tantos con el equipo de su vida.

Francho Serrano, zaragocismo de cuna
Si los ojos son el espejo del alma, los goles son el mejor reflejo del fútbol. Los de Francho descubren a un futbolista en movimiento, que maneja el factor sorpresa. Capaz de llegar a los metros definitivos, Francho está hecho para el momento de la verdad. Otro detalle le favorece: siempre que ha marcado, el Zaragoza ha logrado puntuar. Y el balance sigue siendo favorable: sus 12 goles han servido para alcanzar 9 triunfos y 3 empates en cinco temporadas. En este curso, los tantos que marcó en Cartagena y Riazor tuvieron una incidencia directa en el marcador y los resultados ante Córdoba y Elche no se entienden tampoco sin sus goles.
Hábil para camuflarse en el balcón del área, Serrano es un jugador intuitivo, listo, capaz de hacer suyos balones que no tienen dueño. También muestra un recurso camaleónico: hasta el punto de ser hoy un jugador radicalmente distinto del que era en su formación. Si en juvenil su mejor virtud consistía en estar siempre presente, ahora el secreto de su juego se basa en aparecer sin ser visto. Sus tantos descubren su condición de llegador y su amenaza desde la larga distancia: 5 de sus goles han llegado desde fuera del área. Su facilidad para adaptarse al contexto de cada curso parece hoy más vigente que nunca. Imprescindible también desde el banquillo, 3 de sus 4 goles en la temporada han llegado como suplente.
Si los goles explican muchas cosas, también lo hacen sus celebraciones. Francho Serrano se desata en los festejos. Sensato en la vida, el gol le vuelve lunático por un tiempo, también zaragocista para siempre. En ese punto descubre el alma de un hincha, el niño que fue y que soñó con marcar goles en La Romareda. También a través de sus celebraciones se entiende mejor el cántico que le dedicaron 400 aficionados en Riazor. Para ellos cada vez resulta más natural querer a Francho Serrano.