ZARAGOZA | El Real Zaragoza perdió ante el Levante, pero supo competir como no lo había hecho en mucho tiempo. Quiso ganar casi siempre. Y perdió el duelo por dos matices que siempre son definitivos: lo mal que empezó el partido y la mala suerte que tuvo al acabarlo. En esa franja, en la que se deciden los encuentros, el miedo sigue siendo el peor de todos los enemigos. Y el cierre dolió más que nunca, entre otras cosas porque gustó mucho todo lo que había pasado antes.
Pudo correr en la segunda parte el Real Zaragoza. Y varios jugadores pisaron sus mejores huellas. En ese lugar de la escena aparecen Toni Moya, Marc Aguado, Jair Amador o Germán Valera. No parece una coincidencia que esos cuatro futbolistas hayan vuelto a parecerse a sí mismos con Víctor Fernández. Todos tienen en común una fragilidad aparente, la tendencia a estar cabizbajos ante el menor revés. Y no parece casualidad tampoco que Víctor se haya empeñado en recuperarlos.
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— Real Zaragoza 🦁 (@RealZaragoza) April 6, 2024
Hay una cualidad que distingue al técnico del Barrio Oliver. Siempre supo detectar el talento y mezclarlo sobre el césped. Y a esa noción elemental le añade alguna otra virtud. Siempre creyó en su capacidad para reanimar a futbolistas en plena crisis. Moya, Aguado, Jair o Valera mostraron su mejor rostro ante el Levante. Una jornada antes, Azón había recuperado el camino del gol. Y algunos, quizá ilusos, vieron signos de mejora en el partido de Bakis en Valencia.
Ha crecido el Zaragoza en los intangibles, en la sensación de que ahora sí juega para ganar. Falta claridad en los últimos metros, acierto en el área rival. Y eso sigue siendo decir mucho. Pero cunde la impresión general de que el equipo está mejorando en su propuesta, que su fútbol se reconoce y le reconcilia con la grada. En las próximas ocho citas debe alcanzar los 50 puntos pronto, el mal menor que ha fijado para su final de temporada. En contra juega un calendario plagado de minas, de rivales que luchan por grandes objetivos. A favor está la idea y el juego, en una carrera que Víctor dirige contra el miedo y el tiempo.