Probablemente exista un gran consenso al afirmar que pocos asuntos reúnen una fuerza tan potente en torno a un único objetivo: ganar. Directores, jugadores, patrocinadores, espectadores, técnicos, medios de comunicación… todos fijándose en un único objetivo común: ganar. Y esto conlleva un gran problema: aunque juegues bien y lo hayas hecho mejor que el partido anterior e incluso te has esforzado más que en otros, debes ganar siempre.
Todo el mundo desea ganar, competimos para ganar, pero la mayoría de las veces también conlleva sus riesgos:
- Aparecen nuevos ‘amigos’ pero también muchos ‘enemigos.
- Surgen esos ‘halagos’ de conveniencia, los que nos gusta oír pero sabemos que no son sinceros.
- El éxito convierte al equipo en un solo ‘yo’, nos vuelve más egocéntricos, más narcisistas.
- Hace perder la constancia, la humildad, la capacidad de sufrimiento, de esfuerzo, el tiempo de entrenamiento…
- Aumenta en exceso la autoconfianza.
- Al final ganar siempre se hace aburrido, rutinario, por lo que hace que baje la motivación, las ganas de seguir luchando cada día más.
Por todo esto, ¿Cómo poder aprender a gestionar el éxito? O dicho de otro modo, ¿cómo saber ganar?
- Nunca perder de vista el futuro, para plantearnos nuevos retos, desafíos y objetivos de temporada.
- Al finalizar un partido ganado es importante analizar con el equipo todo aquello que ha funcionado bien para volverlo a establecer en los futuros partidos y, especialmente, no atribuirlo a ‘golpes de suerte o ‘el rival era más débil.
- Reconocer la labor de todo el equipo y, por tanto, que exista un respeto mutuo.
- Intentar seguir con ‘los pies sobre la tierra’ y que el éxito no nos perturbe o nos haga salir de la realidad.
- Compartir el éxito entre todos, incluidos, entrenadores, preparadores, fisioterapeutas, psicólogos, espectadores…
Pero, ¿qué pasa si se pierde un partido después de muchos seguidos ganados?
No siempre se gana, por ello hay que estar preparado para perder, para la derrota… El fracaso es necesario, siendo muchas veces la antesala de la victoria, de la vuelta a la realidad. Por ende, es importante prepararse psicológicamente ante las derrotas, pues no existen ganadores indestructibles ni perdedores para siempre.
- Hay que pararse a pensar, a reflexionar entre todos lo que ha sucedido y sacar buenas conclusiones de ello.
- Intentar identificar las causas posibles que han hecho que se haya perdido (expectativas demasiado altas, estancamiento, no cooperación…).
- Analizar las estrategias que se han seguido como jugador y como equipo.
- Aprender de los errores cometidos para que al siguiente partido salgamos mejor que todos los anteriores ganados.
Es bueno recordar que el equipo mejor preparado para gestionar la derrota es el que no se considera un ganador sino que pone sobre la mesa sus cualidades y gana por el hecho de haber ido acumulando virtudes, esfuerzos, acciones colectivas. Saben que si pierden no pasa nada porque los competidores más cercanos tienen más presupuesto, más experiencia… Pero aquí está la clave, no renuncian a ganar.
“Es íncreible lo mucho que llegas a desconocer acerca de un juego que has estado jugando toda tu vida”. Mickey Mantle (película “Moneyball”).
“El fracaso tiene su aire de belleza enturbiada por la derrota”. Javier Marías.