ZARAGOZA | En la localidad de Elche hay más de 200.000 palmeras, de todas ellas dos viven en una nieve artificial, que las hace congelarse. Sus nombres son Guti y Badía, fruta madurada en Zaragoza, y esto es un dato objetivo, como los dátiles que cuelgan de ellas.
Si Guti y Badía ponen los pies en el suelo preferirán calzarse con algunos de los muchos zapatos que produce esa ciudad alicantina. Pero los sueños no avanzan si agachas la cabeza para ver si son atropellados por la carretera o van pisando la calzada. Valga la redundancia que los pies bien conocen.
En el caso de Guti su zaragocismo es indudable, a la vez que su calidad como futbolista, avalada por varias temporadas en primera división. Sólo pudo jugar un partido debido a la mala suerte de esa lesión tan grave que afectó a la salud de todo el equipo, no solo a la suya. En los pocos minutos que jugó hizo más que Toni Moya y Marc Aguado en toda la temporada. Solo Francho, que por desgracia también ha estado lesionado demasiado tiempo, le ha igualado en sus capacidades.
Edgar Badía por su parte nos ha salvado la temporada. Ni más ni menos. Si no fuera por sus intervenciones bajo la portería la afición, el equipo y por tanto la entidad estaría sumida en el infierno más duro. La primera Ref. sería nuestro nuevo hogar. Uno más inhóspito aún. Pero aquí Cordero acertó y supo ver la oportunidad de mercado que era un portero de la talla de Badía. Es inentendible que en Elche no estuviera teniendo oportunidades alguien que llevó al equipo a primera división y que su nivel nunca ha sufrido un ostentoso bajón. Pero eso son cosas del Elche. Para que veamos que el Real Zaragoza no es el único equipo que hace las cosas mal. Aunque sin duda seamos los mejores en ello. Badía ha demostrado ser un profesional integro, la extraña sustitución de las dos últimas jornadas a favor de Cristián, nuestro particular santo al que no nos hemos cansado de rezar estos años, y que él ha demostrado escuchar nuestras súplicas con sus intervenciones divinas, no hace que no fuera entendible dejar en el banquillo a un portero que nos estaba dando puntos con sus paradas. El partido contra el Racing de Santander es un ejemplo perfecto de jugador profesional. De aceptar y acatar las circunstancias y querer cumplir con su trabajo cuando tiene la oportunidad.
En definitiva, Guti y Badía son dos palmeras en la nieve. Blanca y fría como la camiseta que han defendido este final de temporada. Blanca como el color de la camiseta y de la pureza de los sentimientos de la afición, y fría como el alma del resto de estamentos que forman un equipo de fútbol, directiva, cuerpos técnicos, algunos de los jugadores.
Ojalá se descongele la realidad insustancial que dirige al Real Zaragoza. Que alguien empiece a tomar decisiones, y Elche es un buen lugar donde provocar ese deshielo. Conseguir que ambos jugadores continuaran la próxima temporada derretiría un poco el bloque de hielo compacto que cubre a la institución hasta volverla insensible a cualquier estímulo exterior.