Hagamos una reflexión: cuántos detractores reunió Tevenet cuando se adentró en la Segunda División. Todo fueron críticas, y no precisamente constructivas. El andaluz debutó con derrota, no logró ganar en El Alcoraz hasta el 31 de octubre y a finales de noviembre fue cesado tras sumar un punto de los últimos doce y sin que las sensaciones fuesen positivas, ni mucho menos. Por otro lado, el Huesca se inició en este presente curso con un empate, goleó al Córdoba en casa el 11 de septiembre y las sensaciones parecen resultar inmejorables.
Sin embargo, cumplidas las once primeras jornadas de liga, el Huesca de Tevenet y el de Anquela suman exactamente los mismos puntos, 15. Entonces, ¿tanto hemos cambiado? Pues, parecerá contradictorio pero, sí. Y todo se resume en la explosión de un factor que influye más en las miradas de los aficionados que en los hechos reflejados en los meros resultados. Y ese factor es Samu Sáiz, al que Anquela tildó de “mueble” tiempo después de que llegara pero que con el jienense (6) solo fue titular en dos ocasiones más (y en más semanas) que con Tevenet (4), quien a priori “desterró” al madrileño.
Anquela tardó cuatro meses en hacerle titular y Tevenet no se lo pensó dos veces tras maquillarle su primera derrota en la categoría de plata. Ahora, Samuel es insustituible, aunque ‘ya lo fuera’ desde que jugó contra el Zaragoza el 7 de agosto de 2015 en un amistoso de pretemporada. Y, ¿por qué tanta tardanza? Porque los ojos, al menos los míos, no llegan a los entrenamientos, y mucho menos al vestuario. Que si Anquela ha insistido en tantísimas ocasiones en que debía trabajar, sería por algo. Pero ahora, al madrileño, ya nada se le puede achacar, incluso que falte a ese trabajo.
El técnico jienense se rindió a la evidencia e hizo de Samu, para esta campaña, el jugador insignia de este equipo, y trabajó para crear una base seria y sólida para que todo el conjunto resultara competitivo. Eso ha logrado Anquela en este inicio, algo que el Huesca añoró durante prácticamente toda la temporada pasada. Y por ello este Huesca va enserio, porque lo es y lo demuestra. Así, en esto sí hemos cambiado, y no es poco.
Y es que el Huesca no debe jugar a otra cosa porque ya no esté Mérida. Todo pasaba porque Anquela se diese cuenta del gran potencial que posee en su plantilla. Que no ha inventado nada; personalmente, a mí nunca me ha convencido y sigue sin hacerlo, pues no ofrece detalles geniales o recursos excelentes para cambiar radicalmente una situación o un contexto desfavorable. Cual vulgar (y toques de atención en público a parte), únicamente le ha otorgado a Samu lo que merece por ser, futbolísticamente, como es.
Por ello, en esto también hemos cambiado, aun tardando. Que aunque parezca mentira, y lo digo por la opinión general que se tiene de que todos los aficionados somos entrenadores en potencia, es complejísimo ser entrenador pero no es tan complicado, para quien de verdad entienda, darse cuenta de los brillantes factores que componen el producto. Así, Anquela y este Huesca ya han alcanzado una base idónea. Tan solo queda saber mantenerla, que no es poco. ¿Será capaz?