Henar Fernández (La Almunia, 1992) milita en el Azulejos Moncayo CN Helios Basket de Liga Femenina 2. Previamente, también jugó en LF2 con el Azulejos Moncayo Boscos. También ha jugado en el CB La Almunia, Unizar, Almozara y Olivar. Trabaja como profesora en el Centro Fundación San Valero, donde imparte asignaturas de Biología, Química, Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente, Física y Química, y Biología y Geología. Es graduada en Biotecnología, con Máster en Nutrición y Genética y Máster en Profesorado de Secundaria. Hablamos con ella de deporte, competición, investigación y actividades profesionales.
Este domingo volvéis a la competición ante Advisoria Maresme a las 12.15 horas en vuestra casa, ¡pero llevabais sin jugar desde el 20 de diciembre debido a tres aplazamientos por el covid (entre casos propios o del rival)! ¿Cómo estáis después de tanta inactividad?
Con muchas ganas de retomarlo. El equipo ha trabajado mucho y llevamos muchos entrenamientos acumulados sin competición. Jugamos para competir y tenemos ganas de demostrarlo y hacerlo mejor en este 2021. Desde el 9 o 10 de enero, llevamos entrenando casi diariamente para poder estar al 100% o más.
Y el rival de este domingo es el tercer clasificado, partido complicado…
Va a ser un partido muy difícil, tienen muy buenas jugadoras con amenaza interior y exterior. Confiamos a muerte en la preparación de Javi (Aladrén) y Jorge (Gan) para competir hasta el final e intentar llevárnoslo.
Da la sensación de que el Helios ha hecho méritos para estar mucho más arriba. Derrotas muy muy ajustadas ante Stadium, Viladecans, Lima Horta Barcelona (segundo clasificado), Joventut…
Da mucha rabia. Si pierdes de 20 como te puede ganar el Barcelona, duele en el orgullo, por supuesto. Pero en cuatro partidos perder de cuatro puntos o menos da mucha rabia porque significa que lo que se ha planteado por parte del cuerpo técnico se ha hecho, han dado con la tecla, se ha llevado a cabo pero no se ha podido rematar. Este trabajo de enero ha ido enfocado a dar un punto más en el final de los partidos para poder conseguirlos.
Ya has estado varios años con el mismo entrenador, Javier Aladrén ¿Cómo es trabajar con él?
Me sorprendió desde que lo conocí en Almozara. ¡Siempre he tenido una gran pasión por el baloncesto y era la primera vez que conocía a alguien no jugador que tenía la misma pasión que yo (risas)! Eso me enganchó y la forma que tiene de preocuparse por cada jugadora es alucinante. Es muy fácil entrenar con él porque siempre te va a sacar lo máximo que tengas. Su un día estoy un poco más abajo de cabeza o de físico, si no fuera porque está él empujando, quizás no alcanzaría ese máximo nivel. Se deja la garganta y ayuda a cada jugadora a dar su mejor versión y sacar ese ‘extra’. Es una pasada. Sólo tengo palabras positivas por su forma de ser y por cómo vive esta locura que es el baloncesto. Esperamos acabar el año y ayudar a él, junto con el trabajo de Jorge y el resto del cuerpo técnico, se note y salga a relucir.
¿Cómo defines el bloque que formáis?
Nos reímos mucho. Tenemos una diferencia de edad entre unas y otras -jugadoras de principios de los 90 y jugadoras de la década del 2000- que al principio puede parecer una desventaja, pero es al revés. Lo que aportamos las mayores y las pequeñas se complementa y crea una sinergia muy positiva. El fondo de la gente es muy bueno y eso hace que ir cuatro días a entrenar dos horas y media es muy positiva. Las formas de ser suman.
Hace unos meses, hablábamos con el entrenador del Stadium Casablanca, José Descartín, y nos hablaba de la concurrencia entre Stadium y Helios para impulsar el baloncesto aragonés…
Así, es. La gente que viene de abajo tiene la oportunidad de jugar en unas categoría superiores. Jugamos a baloncesto porque nos gusta la competición y queremos ganar a Casablanca, a Lima Horta Barcelona y a cualquiera. Si no, no estaríamos aquí. Pero al mismo tiempo, es muy bueno para la ciudad que Zaragoza tenga dos equipos en la Liga Femenina 2.
¿Qué te motivó a aceptar el reto de volver a la categoría? ¿Le diste muchas vueltas?
Lo pensé más de lo que yo creía que lo iba a pensar. Gente de mi entorno me decía que estaba muy claro lo que iba a decidir desde un inicio. Yo estaba en Olivar con mis amigas desde hace un montón de años y estaba muy cómoda, al igual como de horas y tiempo como mi trabajo. Lo pensé mucho porque decir un ‘Sí’ a un LF2 es un ‘Sí’ al 120%. Sé el sacrificio que lleva y las horas de no dormir, salir del instituto e ir corriendo a entrenar, después ponerme a corregir… Al final se impuso el gen de competir. Además, el hecho de jugar a baloncesto me hace ser mejor profesora porque estoy más contenta y con más energía.
Clases e investigación
¿Cómo describes una jornada de tu día a día?
En época tranquila, sin exámenes ni evaluaciones, entro a las 7.30 y salgo sobre las 15.00. Nada más comer, a las 16.30 ya me pongo a prepararme las clases de los días siguientes, corregir o preparar exámenes. Llevar a segundo de bachillerato implica mucha responsabilidad, pero es algo que me gusta y poder ayudar a los alumnos de esa edad. Eso hasta las 18.30 o 19.00. A las 19.30 me voy a entrenar y si queda algo, lo termino al volver. Ahora, debido a las restricciones, hemos tenido que adelantar la hora de entrenamiento.
De las 7.30 a las 21.00 o más, sin parar
¿Por qué te decantaste por Biotecnología en su momento? ¿Lo tenías pensado con antelación o elegiste en el último momento?
Siempre he dudado mucho. Me gusta las ciencias y la biología, pero también la historia, el derecho… Justo ese año Biotecnología era nueva y mi profesor de Biología me habló de esa carrera. Al final, el resto de opciones no me terminaban de llamar y dije ‘adelante’. Me iba a ir a Alcalá de Henares a estudiar biología sanitaria, pero me cogieron aquí.
¿Por qué eliges después el Máster de Nutrición y Genética?
Yo quería seguir investigando y me interesaba mucho el funcionamiento del cuerpo por dentro y en una asignatura nos hablaban de cómo la nutrición afectaba a todo el metabolismo y cómo podíamos cambiar esa parte mediante la alimentación. No sólo es un combustible, sino que una vez nos nutrimos iba a formar parte de nosotros. Ese concepto relacionado con mi Trabajo de Fin de Grado, que iba sobre los genes, me interesaba mucho y así me abría la puerta a un doctorado en un futuro. El hecho de trabajar con la genética y poder manipular los genes, ir directamente al código humano y estudiar los porqués me llamaba mucho la atención. A raíz de eso surgió el campo de la epigenética, que es muy poco conocido, viene a ser como encender y apagar genes a través de los factores externos. Quería saber más sobre eso.
¿Cómo derivas esta pasión por la investigación en la docencia?
Es verdad que mi padre me lo había planteado alguna vez, pero todo parte del momento en el que empecé a darle clases particulares a un chico cuya madre conocía de La Almunia y me ofreció esa posibilidad. Al darle clases y el hecho de prepararlas y estar con él notaba que me sentía bien con ello y obtenía una satisfacción tremenda. Dije ‘a ver si es que me va a gustar’ y así fue. Hasta entonces nunca me había planteado ser profesora, por lo que hice el Máster en Profesorado en Secundaria. Cuando empecé las prácticas dije ‘¡esto es lo mío!’ y allí en el Centro Fundación San Valero me dieron la oportunidad y la verdad que ahora disfruto cada día.