Querido lector:
Ni soy nueva ni soy distinta: soy la normalidad, esa que desapareció hace casi 3 meses.
Vuelvo porque el mundo no puede vivir sin mí, porque la cordura y la solidaridad les ha durado apenas dos semanas, aunque una gran parte del país quiere seguir manteniendo ese espíritu. Vuelvo sobretodo porque al parecer, su sociedad no puede vivir sin fútbol, el único deporte que al parecer, hace olvidarlo todo.
Cierto es que mueve dinero, que crea un pequeño porcentaje de una mal llamada riqueza para unos pocos, pero que es muy complicado entender que con lo vivido hace 2 meses, el fútbol y lo que lo rodea, sea un universo privilegiado dentro de esta marabunta nunca jamás vivida.
Ya escribió hace 5 siglos un sabio como Quevedo, eso de “poderoso caballero es don dinero”, pues esa frase sigue viva, y por desgracia cada vez con mayor fuerza y veracidad.
Aunque pueda resultar algo inmoral, quizá el deporte del balompié haga que todo, poco a poco y con lentitud, vuelva a recobrar su aspecto, desgraciadamente no tan rápido como quisiéramos todos, pero ya lo ven: Mientras todos los sectores de la sociedad claman por ser los primeros en ser ayudados para volver a ser lo que eran, el fútbol va más rápido, por unos privilegios seguramente poco morales si lo comparamos con cosas más necesarias, pero también con la suficiente fuerza para hacernos más llevaderos los próximos meses.
Ha sido el fútbol quien me ha resucitado, porque ustedes, queridos lectores, irán poco a poco entrando en la nueva normalidad, mientras que yo, la normalidad de siempre, he vuelto mucho antes al fútbol que a sus vidas.
De queja en queja
Publicarse los horarios de las dos primeras jornadas ligueras y salir ya los primeros quejicas a decir que mire usted, que fulanito tiene más descanso que los míos, que a menganito le vuelven a beneficiar y que todo vuelve a estar decidido a dedo, ha sido automático, o sea, lo mismo de hace unos meses, solo han cambiado el nombre y la bufanda. En dos semanas, estos callarán, y otros saldrán a llorar públicamente. Lo de siempre.
Ha sido volver a rodar el balón en los entrenamientos, y Setién ha dicho que los 5 cambios le perjudican a él, porque los equipos más débiles pueden tener ventaja en el final de los partidos, pero días antes, Sergio González dijo que no, que los grandes salían beneficiados porque al tener mayor profundidad de banquillo, tienen ventaja a la hora de los relevos. Ya lo ven, todo un lío de narices, quejarse por quejarse, en lugar de alegrarse por poder volver a trabajar, cosa que otros muchos no pueden hacer, ni mucho menos, con la seguridad médica de los equipos de fútbol y su entorno.
La penúltima, ha sido la idea del presidente de la Unión Deportiva Las Palmas de intentar meter público en su estadio: no lo ha planteado a mala idea el buen hombre, y sus razones son buenas, pero resulta muy difícil explicarles a todos esos los que se han partido la cara estos dos meses para alejar la enfermedad, que en cuanto se ve aparecer el sol en el horizonte, 10.000 personas van a poder ir a un estadio. Lo siento, pero suena inmoral.
El egoísmo, pilar de esta sociedad
Así que aunque con buena intención, el egoísmo de pensar en uno mismo sin preocuparse de los demás, vuelve a aparecer, como estaba presente en todos nosotros hasta los inicios del confinamiento, y que algunos, disfrazados de políticos han gritado a los 4 vientos estos dos meses lanzándose acusaciones y ataques por ver quien la tenía más grande, en lugar de ayudar y trabajar por los ciudadanos. Pero eso ya es cosa de otros lares, aquí de lo que se trata es de que la normalidad ha vuelto al fútbol, o en este caso, el fútbol ha traído nuevamente la normalidad. Y ya no les cuento cuando ruede la pelota y vuelva el VAR, entonces si que yo, la normalidad de siempre, la de toda la vida, voy a volver en plenitud.
Por cierto: en una normalidad real, los fotógrafos hacen fotos donde se produce la noticia, no desde su casa. Las transmisiones deportivas muestran imágenes y audio, repito, audio de lo que sucede, no gritos enlatados de personas que no están. Lástima que quienes deciden estas cosas, sean todo menos normales.
Pues eso, que estoy de vuelta, no sé si esto es mejor o peor, pero es la realidad. No sé si fuera del fútbol me dejarán ir entrando poco a poco o de golpe, pero ya ven: en esto del “deporte rey”, he tardado muy poco en volver, aunque quizá es porque nunca me fui.