Tras los dos primeros partidos de liga seguro que la mente, incluyo la mía, les habrá jugado malas pasadas y habrán pensado, aunque solo sea por un instante, que nuestro Huesca iba a ser muy superior al resto de equipos de Segunda. Nada más lejos de la realidad. El sábado, en Almería, nos dimos de bruces con la cruda realidad. La segunda división es muy competitiva, muy igualada. No me cansaré de escribirlo. Es una categoría en la que no hay rival fácil, en la que cada equipo te puede pintar la cara.
Aunque perder nunca viene bien, en esta ocasión nos puede servir para preparar con más enjundia los partidos venideros. Decía Carlomagno que se aprende más de una derrota que de muchas victorias. Puede ser un traspiés (habrá más) que nos invite a estar más atentos al camino para entender que no va a ser un paseo fácil.
Michel tiene trabajo esta semana. Utilizar la derrota para crecer y salir reforzados. Se han de retomar las señas de identidad que nos van a definir como equipo este año: recuperación rápida de balón y circulación rápida. Conjuntamente, urge revisar las jugadas a balón parado, tanto en ataque como en defensa.
Mientras, tenemos hasta hoy lunes para cerrar la plantilla. Hay que hacer un último esfuerzo para conseguir traer a tres jugadores que nos den un plus de calidad. Falta un central de categoría, un mediocentro que pueda sustituir a Mosquera y un delantero que atraiga a las defensas y que remate los centros desde las bandas.
Con la ilusión intacta y los pies en el suelo seguimos confiando plenamente en este Huesca. Siguiente reto, el Sporting. ¡A por ello!