Podría hablarles del partido del sábado. Contaría la sensación de desazón que me dejó el encuentro cuando el árbitro pitó el final. Escribiría que me costó entender cómo un equipo que se jugaba rozar el ascenso con la punta de los dedos, era superado durante noventa y algún minuto por un rival descendido, sin ningún objetivo clasificatorio que había ganado 4 partidos de 40 hasta el sábado.
Intentaría entender, cómo una de las mejores plantillas de la liga sólo es capaz de hacer un tiro a puerta con tanto en juego. Me haría cruces de cómo, siendo suplente en el partido anterior, el jugador más desequilibrante desde la vuelta a la competición, no sólo por sus goles sino por lo que genera se quedara nuevamente en el banquillo.
Me preguntaría porqué el entrenador sigue insistiendo en que todo balón debe ser jugado desde atrás con criterio, pues de vez en cuando, un buen pelotazo largo nunca hace daño, pero para bien o para mal, el equipo lleva todo el año jugando a una cosa, y aunque me pellizque muchos partidos y no entienda porqué no hay un plan B, esta insistencia ‘micheliana’ tiene al Huesca segundo faltando dos partidos.
Podría hablarles de todo esto, y sin embargo, voy a hablarles de que si el Huesca es capaz de ganar los dos partidos que resta, estará en Primera. Cierto es que parece fácil decirlo, y visto lo del sábado no es tan fácil hacerlo, pero tras el retorno liguero, salvo en Albacete y un discreto estreno en Málaga, el Huesca había sido fiable hasta llegar al Sardinero.
Cierto es que no gana holgado, cierto es que sufre porque le cuesta aguantar el marcador favorable (memorable lo del partido frente al Alcorcón, por cierto), pero no es menos cierto que ante Cádiz y Zaragoza dio la talla resultadistamente hablando, y que ante Las Palmas y el Alcorcón pareció un equipo con las ideas muy claras.
Nueva cara ante el Numancia
Quiero esas ideas claras plasmadas el viernes ante el Numancia. Tiempo habrá después para pensar en Gijón. Es un partido para jugarlo desde las tripas y el corazón, pero con la cabeza fría. Es el momento de dejar el fútbol lucido y exquisito para pasar al fútbol sin errores y efectivo. Es el momento de menos táctica y más tacto, de menos fútbol control y más inteligencia.
El Huesca ha demostrado que tiene pegada, y que sabe controlar el balón, esa es la clave del viernes: primero pega, luego controla, y si puedes pegar otra vez, hazlo para evitar sustos y paros cardiacos al final.
Da igual quien esté enfrente, da igual si se juega mucho o nada (mucho en este caso.) Hay que demostrar que el Huesca se juega más, que es consciente de ello y de que ahora, es el momento de olvidar el lamento y la incredulidad de Santander y de ir a muerte con estos muchachos: aunque alguno nos ponga nervioso, aunque nos guste más fulanito que menganito, aunque la forma de jugar del entrenador guste más o menos. Quedan dos partidos y nunca en toda la temporada, la cosa había estado tan cerca.
En esta Liga de locos que nunca olvidaremos, lo más fácil es lo más sencillo, así que no nos compliquemos ni los que están sobre el césped ni los que nos quedamos fuera. Huesca: ¡ahora es la hora!