En El Alcoraz ya se cantan goles en japones. Okazaki anotó el primer gol del curso en Huesca y no fue cualquier cosa. Fue un golazo. El nipón sentía la presión del delantero. Del jugador que ha tenido un verano complicado. Del profesional con experiencia con una alta auto exigencia. El ariete vive del gol y Shinji lo sabe: “Estoy muy feliz. Me sentía frustrado por la presión de la afición y de los compañeros cuando llegue”, afirmaba el japonés nada más acabar el encuentro, aunque reconocía a continuación que “todo eso ha desaparecido con el gol”.
El tanto de ayer que dio el triunfo ante el Girona fue espectacular, de esos que levantan estadios. “La gente en Huesca se volvió loca”, con esa frase lo definía Okazaki en zona mixta. Una carta de presentación inmejorable para la referencia atacante de un equipo que aspira a volver a Primera División. Un conjunto, el de Míchel, que cuajó una primera parte de juego coral. Okazaki lo sabe bien y destacó en sus palabras “la difilcultad” del encuentro y del rival. Todavía tuvo más mérito el triunfo. El Huesca jugó como un bloque y supo sufrir en la segunda parte. Ese el guión normal de un encuentro de la Segunda División.