Con los años, uno gana experiencia. Sin embargo, ésta no te da lo que de primeras esperas de ella. Parece que cuanto más sabes, menos certezas tienes. O eso estoy experimentando ahora, por lo menos. Antes tenía mucho más claras cosas que ahora, sobre lo que uno sabe de balompié o lo que esperar de la sociedad que a éste rodea. Y me ha quedado claro al analizar el partido de la pasada semana, en el que nuestro Huesca no pudo pasar de un agónico empate contra un humilde y recién ascendido Racing de Santander.
Lees, relees y pasas ratos hablando con gente sobre el Huesca. Y cada uno tiene una visión de la realidad del equipo, con sus jugadores fetiches, sus respetables opiniones y sus sesgos. Servidor el primero que los tiene, vaya por delante. Pero, hasta este año, no había visto a la afición ir en dos direcciones distintas.
En primera, todos estábamos de acuerdo en lo mínimo: jugábamos relativamente bien, eramos más malos que un dolor de muelas y, para colmo, nos había mirado una convención de tuertos. Hace dos, que la temporada era un éxito rotundo y que, pasase lo que pasase, Rubi había hecho un trabajo excepcional.
Pero esta temporada algo ha cambiado. ¿Hasta qué punto podemos exigir a este Huesca? Y lo que es más importante, ¿hasta qué punto está bien exigirle llegar a ese punto? He oído de todo a personas de lo más variopintas. Algunos, tras ver el punto óptimo de rendimiento del equipo, han llegado a decir que Michel debería ser despedido si, a 10 jornadas del final, no se está en puestos de ascenso directo y con un colchón notable sobre otros equipos. También he leído a gente diciendo que “primero los 50, luego ya veremos”. Otros que se conforman con ‘playoff‘, que discuten con los que dicen que esta temporada hay mucho gallito y hay que confiar en el proyecto a largo plazo.
Y claro, como persona con discreta voz en este mundo, te planteas lo mismo. ¿Dónde he de poner el listón? He oído a Michel en ruedas de prensa, a escasos metros de mí, diciendo que la exigencia es necesaria y buena. Y diciendo, de hecho, que él es el que más exige a su plantilla. Sin embargo, semanas después, dice que hay que quedarse con los 70′ buenos y no con los 20′ malos. Y que la categoría es difícil. Y volvemos a lo mismo… ¿Exiges 90′ de primera división o aplaudes “solo” 70′ excelentes?
¿Es un fallo para el Huesca empatar contra el Racing –recién ascendido con la mitad de puntos– en tu propio estadio -ese que “debe ser un fortín”- en el 95′? Pues hombre, yo no tengo la verdad absoluta. A mi, humildemente, me lo parece. Y de los gordos, por cómo se desarrolló el choque. Pero luego buscas responsables y la gente salta al cuello, diciendo que viniendo de donde venimos no podemos rechistar ante un punto contra el Racing, un equipo con decenas de temporadas en primera.
Y quizá un punto en un Huesca – Racing en la época de Tevenet nos habría sabido a oro, pero a día de hoy, no. Porque venimos de donde venimos y somos quienes somos, por eso todo lo que logremos será un rotundo éxito. Pero venimos de tercera pasando por primera división, doblamos en límite salarial a la mayoría de los equipos de la categoría, tenemos una plantilla que le pondría los colmillos largos a más de un entrenador, hemos hecho el mejor arranque liguero de nuestra historia y somos el equipo menos goleado. Son mimbres de un equipo que lucha por todo.
Soy y seré el primero que aplaudirá los aciertos de Michel y de los jugadores. Porque soy un aficionado más y siento estos colores como míos. Pero la exigencia debe ser alta, porque está más que claro que esta temporada da de sí como para ilusionarse con algo muy bonito. ¿Se puede tener un mal partido? Está claro. Puede perfectamente ser la excepción que confirme la regla de que el Huesca domina los partidos. Pero también habrá que decirlo. Y si se convierte en tónica habitual y el Huesca resulta que lucha por no bajar, pues se aplaudirá cada punto ganado. Por suerte, estoy plenamente convencido de que no será nuestro destino esta temporada. Seamos realistas, pidamos lo imposible.