Los azulgranas no llegaron a someter a su rival porque, a pesar de dominar el esférico, se limitaron con él. Y todo terminó en desgracia.
Por qué el Huesca no funcionó en la primera mitad a pesar de llegar a contactar tantas veces con el balón. Muy sencillo: primero porque, en salida, acumulaba hasta seis futbolistas además de Sergio Herrera en su propio campo y, después, porque cuando el balón llegaba a Vadillo o a Ferreiro, Akapo y Brezancic, en derecha e izquierda respectivamente, jamás doblaban. Bueno, el serbio lo hizo: una vez y en el minuto… 33.
Así, lo que más extraña es que, después de brindar minutos de alcanzar un nivel futbolístico muy alto con el cuero en El Alcoraz -como frente a UCAM Murcia o Levante-, algo prácticamente insólito en ningún equipo de Segunda División, cómo es posible que a los azulgranas se les olvidara en la tarde de ayer cómo se tenían que colocar cuando poseían el esférico en su terreno y cómo debían moverse cuando hacían lo propio en campo rival. Cuando el Huesca lo manejaba atrás, Vadillo y Ferreiro apoyaban contra sus propios compañeros; Samu, encorsetado porque al no producirse movimientos, Toribio y Víctor Pérez no se veían exigidos, no encontraba el espacio que ocupar, y Vinícius quedaba expectante. Y, esto, no es culpa de Anquela. En ningún caso.
El Huesca monopolizó el balón. Ya es más que digno que lo pretenda sin temor desde el principo, pero al propio balón, si pretendes lograr algo a partir de él, has de dotarlo de opciones para que sea capaz de seguir el curso que se le indique. Sin permutas -ausencia de movimientos de jugadores sin balón-, sin los laterales doblando cuando los bandas recibían, y con más de medio equipo en campo propio cuando se salía con el esférico jugado, pues nunca se salió únicamente con uno de los dos mediocentros incrustado entre los centrales. Mucho contacto, cero inercia, y al Alcorcón le bastaba con estar bien colocado para no sufrir y con avanzarse un par de metros para inquietar la posesión azulgrana e incluso acechar el área de Herrera.
Y es que en la primera que Akapo dobló a Ferreiro (47′) cuando el gallego recibió un balón que giró a la perfección Aguilera, se provocó una falta peligrosa en el borde del área rival. Porque en el segundo acto, el Huesca y sus laterales entendieron que debían moverse, además de cúando y cómo. El ritmo del conjunto oscense aumentó y, como consecuencia, también lo hizo el del propio partido. Samu fluyó, los de Anquela profundizaron y bien y solo debían ser pacientes, es decir: no esperar a que el tiempo pasara por pasar y este decidiese, sino seguir con el mismo ‘modus operandi’ esperando que ello diera sus frutos.
Aunque, después, el Huesca tuvo que jugar sin su trío ofensivo; sin sus dos bandas y sin su delantero. Alexander González sustituyó a Vadillo (65′), Camacho a Ferreiro (70′) y Sastre a Vinícius (73′). Samu Sáiz pasó a jugar a la izquierda, Alexander quedó en derecha y la referencia ofensiva fue Camacho. Los azulgrana seguían insistiendo en lo mismo pero con piezas distintas. Sin embargo, esto no les perjudicó hasta que se que quedaron con 10 y David Navarro los mató. Todo de golpe; un ‘dos en uno’ en la misma acción. Desgracia(dos). Y a Tarragona sin Akapo, Melero y Samu. Empieza una nueva liga.
Mira que me gusta Anquela, pero hoy ha hecho unos cambios rarísimos que no llego a comprender. La línea no era precisamente esa. Ha sido una gran oportunidad perdida
Los cambios fueron para mear y no echar gota. Quitó a los dos mejores jugadores hasta el momento, a los que creaban peligro y hablo de Vadillo y Ferreiro. La otra fue meter a Camacho de delantero centro, nos dejó sin una referencia arriba. La verdad que no estuvo acertado. Ya veremos en Tarragona con tres bajas tan importantes (Akapo, Melero y Samu) y con el banquillo en cuadro. Miedo me da este hombre…