Habla pausado. Transmite cierta serenidad, quizá, impropia para un chaval de 18 años que juega en un equipo de la Segunda División. Y no debe ser fácil mantener la calma en el mundo fútbol donde a los jugadores se les lleva en una nube. Hugo Anglada siempre tiene un gracias para el utillero, para quienes hacen posible que vivan en esa especie de mundo paralelo que es este deporte. Deja la impronta de ser muy cabal. De hecho, reconoce que en los estudios le atraen las cuestiones de lógica por encima de las de historia. Es de las personas a las que les interesa más el cómo que el qué. Estudia un grado superior de deportes.
El canterano no es de los que exteriorice las emociones de forma expresiva. Ni cuando recibió la llamada de la Sub-18. Quizá su padre, Manuel, y su madre, Ana, mostraron más alegría. Él no. Luego, la Covid-19 le impidió alistarse y trabaja para entrar en los planes del seleccionador. Otro ejemplo. Es nacido en Almudévar. Este año es ‘quinto’ y en el pueblo se vive de forma muy especial la subida y la bajada de la Virgen de la Corona, que es responsabilidad de los que tienen 18 años. Para los de Almudévar pocas cosas más importantes que sus fiestas. “Iré a lo que pueda”, entrecomilla.
Almudévar ha dado buenos jugadores más allá del propio Anglada y el portero Juan Pérez, hoy en el Osasuna. Por ejemplo, Juan Carlos, que jugó en el Real Zaragoza entre 1983 y 1989 y también en el Huesca en la 96/97. El canterano es un devorador del fútbol. Ve todo lo que puede. Su padre le llegó a amenazar con quitarle en su día el Canal Plus. “Si no tengo nada que hacer, en un día me puedo ver seis partidos”, dice entre risas. Delantero reconvertido a defensa central le gusta el fútbol, jugarlo. Responde a ese arquetipo de centrales con querencia por el balón.
La fama la lleva bien, con prudencia. Sabe que ser jugador de fútbol ayuda. En su pueblo ya era conocido, en Huesca empieza a serlo. “Notas que la gente te mira un poco más. Algún niño se te queda mirando…”. Y extrapola un recuerdo. “En categorías inferiores una vez vino Pulido a ver un entrenamiento y yo estaba súper avergonzado. No me atrevía a decirle nada, ni pedir una foto, nada”. Y hoy, comparten vestuario y eje en la defensa con el manchego. Y este entrecomillado es para el capitán: “Ni grita ni educa en el campo, Pulido te pone en tu sitio”.
Hugo Anglada empezó en el fútbol-sala. Era un ‘killer’. Uno de esos jugadores que se hartaba de meter goles siendo un chiquillo. Fue a Zaragoza. En el Amistad jugó de delantero y también de central. Su entrenador de entonces Rubén Florida le vio con hechuras en el eje de la defensa y allí empezó su convivencia con el puesto de central. En el Amistad, con 9 años, lo ganó todo y al año siguiente hizo las pruebas para el Real Zaragoza donde también lo seleccionaron como central. Su alma de delantero la saca en las pachangas con los amigos.
Su ídolo como jugador es Messi y desliza cierta querencia por el Barça. En su posición tiene como referentes a Ramos “por su manera de jugar”, Pujol “por su agresividad” y Van Dick “por su posición”. Que es del Huesca no cabe la más mínima duda. Ha ido a la grada a animar al equipo y, confiesa, que es en casa, cuando lo tiene que ver por televisión cuando más sufre como aficionado e incluso llega a ser ‘bufandero’. Con el Huesca tiene contrato hasta junio del 2025 y pertenece a la agencia Footfeel con la que estrena esta temporada. La misma de Seoane y de Álvaro Fernández.
Los 18 años y la vida enfocada al fútbol la tiene plenamente integrada, asumida. Es amigo de sus amigos, pero sabe que hay una serie de condicionantes. Queda con ellos, pero sabe que se tiene que retirar antes, que tiene que llevar, por ejemplo, su propia cena. Ellos también lo entienden. Y por supuesto que tiene palabras de halago para ‘Cuco’. El navarro lo ha metido en dinámica del primer equipo y por lógica él va a hacer todo lo posible por quedarse en Segunda. A falta de terminar de armar las plantillas tiene muy claro que quienes acaban de bajar de Primera tienen que estar arriba, “pero lo importante es que seamos equipo”. Omite poner metas.
Como canterano, en el vestuario le ha tocado esquivar alguna novatada. Otras, no ha podido. En una ocasión de la pasada temporada llegaron tarde y Xisco puso a los más jóvenes a cantar ‘Como camarón’ delante de todos los compañeros. En Benasque también tuvo que entonar alguna copla en una cena. Un momento divertido, pero algo complicado porque “canto mal”, dice riéndose.
Entrenar con la primera plantilla le ha curtido. ‘Pegarse’ con delanteros como Escriche le sirve para luego tener más personalidad contra los rivales. Ya se le ha visto en los amistosos contra Osasuna y Éibar. No se arrugó y cuando puso salir con la bola lo hizo. El chaval quiere quedarse y a sus 18 años el horizonte se le presenta muy limpio para un tipo con ganas y fútbol en su cabeza y en sus piernas.