ZARAGOZA | El pasado viernes el Real Zaragoza reforzó esa ilusión de la afición maña que ya hemos mencionado alguna vez. La victoria por 0 a 4 ante el recién descendido Cádiz en el Nuevo Mirandilla supuso un gran ‘chute’ de confianza para la entidad, ya no por el resultado que se consiguió, sino por la forma en la que el equipo lo logró. Tanto es así, que ya desde pretemporada, todo parece funcionar en el club maño, algo que no es novedoso desde que el Zaragoza está en Segunda División. Por tanto, pese a los muchos motivos que la afición tiene para ilusionarse, debe mantener la calma.
Los chicos de Víctor Fernández cuajaron en ‘La Tacita de Plata’ un inicio de temporada de ensueño. De hecho, fue histórico por varias razones. Por ejemplo, fue la primera vez en la historia del Zaragoza en Segunda en la que empezaron la temporada ganando a domicilio. Si a eso se le suma que el rival ante el que se logró fue el Cádiz, un aspirante al ascenso con la plantilla prácticamente intacta, la explosión de ilusión zaragocista es entendible. En cuanto al partido, los nuevos fichajes justificaron con sus actuaciones la confianza que Cordero, desde Tasende en defensa hasta Soberón, MVP del partido con dos goles. Además, el juego y la solidez defensiva del grupo fueron remarcables.
Por ello la ilusión generada es más que comprensible, pero el zaragocismo debe mantener la calma, pues no hay que remontarse a tiempos muy lejanos para recordar una situación muy similar a la actual que acabó en un completo fiasco. La temporada pasada, el Real Zaragoza, con Fran Escribá a la cabeza, logró encadenar cinco victorias en sus primeros cinco partidos de competición, encajando un único gol. Entonces, la ilusión fue desmedida, y ya sabemos el final de aquella historia.
Con esto no pretendo aguar la fiesta zaragocista, sino todo lo contrario. La ilusión sin calma es un arma de doble filo. Tanto el Real Zaragoza como su afición tienen motivos de sobra para creer que este será el año del ascenso. La plantilla ha mejorado a falta de algo más de una semana para el cierre del mercado y Víctor y la dirección deportiva tienen sus objetivos bien claros. Este Zaragoza es diferente, y hay que ilusionarse por ello pero, hasta junio, con calma.