Realmente hacía mucho tiempo que el Real Zaragoza no se enfrentaba a un equipo tan bien organizado defensivamente y que renegase casi por completo del esférico. El de ayer fue uno de esos partidos que suelen dejar huella una vez terminada la temporada; esos en los que la frustración y los nervios suelen imperar en aras de cosechar una victoria que se esfuma lentamente. Los muchachos de Víctor Fernández han demostrado muchas virtudes a lo largo de estas veintisiete jornadas, pero a su vez han dejado entrever en varias ocasiones las costuras de un equipo en constante aprendizaje.
Fuenlabrada, nada que perder
Nunca hay que olvidar a quien tienes enfrente cada fin de semana, ya que, por obvio que parezca, es el rival el que te condiciona los partidos. El Fuenlabrada tiene poco que perder y mucho que ganar en una temporada histórica para su gente. La primera vuelta realizada por los madrileños ha sido, sin duda, merecedora de reconocimiento en su totalidad y les ha servido de colchón para lo que resta de campeonato. Con muchos jugadores desconocedores de la exigencia del fútbol profesional, una masa social diminuta en comparación con otros equipos de la categoría y con el presupuesto más bajo de Segunda. Por ende, el Fuenlabrada se plantó anoche en La Romareda con la conciencia tranquila, con las ideas claras y sin remordimientos.
Muy diferente fue la comparecencia del Real Zaragoza. Sumidos en una dinámica favorable de resultados y sensaciones, los jugadores blanquiazules echaron a correr sabiendo que una victoria les colocaría en la segunda posición de la tabla. Paradójicamente, quizá fuese este mismo aliciente el que colocó cierto peso en las piernas de los jugadores que parecieron no saber qué hacer para aprovechar las circunstancias favorables que se habían dado a lo largo de la jornada. La imagen que escenificó a la perfección el ánimo local se produjo desde los once metros a los nueve minutos de encuentro. Luis Suárez enfrió con su cuarto penalti fallado a un estadio que se veía venir el trágico final.
Ante esta tesitura entremezclada de ilusión e incertidumbre maña, el Fuenlabrada jugó sus cartas lo mejor que pudo para sobrevivir en un complicado estadio. Los de Mere se refugiaron en su campo bien organizados bajo la premisa principal de salir de Zaragoza con un punto en su haber. La remota tarea de ganar al Zaragoza se le encomendó a dos únicos hombre: Hugo Fraile y Nteka. Estos fueron los únicos jugadores azulones que quisieron demostrar su valía ofensiva.
Los autobuses y el Zaragoza
Como pasara contra Lugo y Albacete, el equipo más pragmático acabó satisfecho tras la contienda. Claro está, y ayer se comprobó, que el Real Zaragoza detesta jugar contra autobuses que repelen todo lo que les pasa a su lado. Víctor alineó un 4-2-3-1 clásico confiando en la cristalización del mejor fútbol combinativo de Kagawa en la mediapunta y de la recuperación del olfato goleador de Suárez. Ni lo uno ni lo otro sucedió.
La función que tenía que desempañar el japonés entre líneas se vio truncada, primero por el entramado defensivo visitante y segundo, por la posterior lesión del mismo. Víctor debió de pensar que un ágil y fino Kagawa podría desmantelar la correosa defensa madrileña a base de recibir en la frontal y combinar rápido con sus compañeros en la parcela de ataque. Para desgracia zaragocista, la idea sonó mejor en la cabeza del entrenador de lo que después se vería en la realidad.
Por lo que acontece a Luis Suárez, este se mostró desacertado en su juego y con menos mordiente de la que tiene acostumbrado al equipo y a los aficionados. Nadie sabe a que se debe este bajón del colombiano; quizá esté pagando el enorme desgaste físico que ha hecho a lo largo de la temporada o quizá simplemente tenga una mala racha. “Luis Suárez es humano”, recordó Víctor Fernández ayer en rueda de prensa amortiguando las críticas que pueda recibir a lo largo de la semana. Volver a ver el mejor nivel de Suárez tiene que ser clave para el equipo.
Álex Blanco entró tras las molestias del nipón y el orden del equipo mutó a un 4-4-2 que en ocasiones se vería como un 4-2-2-2. El extremo valenciano no imprimió nada novedoso al equipo y su papel acabó siendo muy irrelevante protagonizando varios errores no forzados. Al contrario, Javi Puado fue adquiriendo protagonismo ante la incomparecencia del resto de pesos pesados en la creación de peligro; sin embargo, la calidad del catalán resultó estéril para asustar un mínimo al Fuenlabrada.
Guti y Eguaras a penas intervinieron en ataque, y con la entrada de Dani Torres se perdió fluidez en el pase. Tuvieron que ser Nieto y Vigaray los que dotasen de profundidad al ataque del equipo, lo que es un síntoma negativo para el equipo. Un gol anulado de Puado y un potente pero centrado disparo de Vigaray fue lo único que levantó al aficionado maño de su asiento.
De nuevo se corroboró la falta de ideas ante equipos se se repliegan en exceso en su área. La falta de huecos y la falta de finura en los metros finales se reflejó en el resultado final de cero a cero.
Un valle de rendimiento
Una de las muchas lecturas que pueden hacerse del empate de ayer gira en torno a una bajada de nivel de ciertos jugadores. Cabe decir que el nivel había estado muy alto, por lo que es normal que se experimenten valles en el rendimiento de los titulares habituales. Suárez lleva varias semanas mostrando su versión más gris, Soro tanto ayer como el Cádiz volvió a ser el intermitente que era al principio de temporada, Vigaray no está aún al cien por cien y Eguaras alterna con frecuencia aciertos con errores. Estos son algunos de los ejemplos que se pueden citar para tratar de entender la incapaz versión que mostró ayer el equipo.
Sin olvidar, que a todo este cúmulo de circunstancias ralentizadoras de la progresión positiva en la que estaba subido el Zaragoza, ayer el Fuenlabrada practicó (sobre todo al final) un fútbol carente de balón y abundante en cuanto a ganar minutos al crono se refiere. Si encima le añades la permisividad del colegiado premiando al que interfiere en el espectáculo, la dificultad del partido de ayer se duplica.
Pese a todo, no hay que olvidar que el Real Zaragoza está en un posición privilegiada en la clasificación y con un partido menos que sus rivales directos. El equipo se ha mostrado muy regular los últimos meses y no parece que vaya a cambiar de aquí a final de temporada. Hay que exigir mucho a esta gran plantilla porque han demostrado que están capacitados para hacer disfrutar a una afición enrarecida durante tantos años. Quedan muchas jornada y volverán a producirse partidos como los de ayer. Solo cabe confiar y aprender de cada choque para que jornada a jornada el objetivo del ascenso se haga realidad.