Campeona de España de esquí alpino U18, gallega de Vigo, matrícula de honor en Bachiller y próxima estudiante de Medicina en Huesca. Inés Sanmartín Arbonés es otra de esas joyas que desprenden los deportes de montaña. Hace cuatro años hizo de Jaca su teatro de operaciones. Empezó a esquiar en León. Sus padres –Lorenzo y Belén- le inocularon la pasión por la nieve y le marcan el nivel de exigencia. Casi ha perdido el acento gallego, aunque no del todo. Por lógica en algún giro al hablar lo desliza y siempre se ríe. En Jaca está feliz. Está empadronada y se le ilumina la cara cuando se le pregunta por el Primer Viernes de Mayo.
Como todos los élite –tiene el certificado de deportista de alto rendimiento– se encuentra en un momento clave en su progresión. Y es que con 18 años, a las puertas de entrar en una carrera como Medicina compatibilizarlo con un deporte tan exigente como el esquí no es fácil, ni cómodo. Todo lo contrario. Ahora tiene que decidir cómo lo combina. Desliza o deja caer que en este momento el esquí tiene más peso. Sopesa primar el deporte por encima de los libros. Siente que “el esquí no espera, es que es ahora”. “Sé que es difícil llegara a lo más alto, pero también que no es imposible. Voy a dar el máximo y si no llego estaré contenta, orgullosa de haberlo intentado de haberlo dado todo por conseguirlo. Eso sí mis padres siempre están allí para recordarme que aterrice”, señala.
Esta temporada sus entrenadores han sido Paco Alegre y Javier Domínguez. Se deshace en elogios hacia sus técnicos como protagonistas absolutos de su progreso sobre los esquís y de los éxitos de una deportista que este año ha estado mejor en las especialidades de eslalon, aunque se siente más cómoda en el gigante. Dentro del mundo del esquí su referencia es Mikaela Shiffrin. Conoció a la estadounidense en Chile y le impresionó su método de trabajo y lo concentrada que es. “Era la primera en llegar al glaciar y la última en irse”, recuerda.
Zurda, con la vida enfocada al esquí con entrenamientos constantes, con tan solo dos semanas de vacaciones al año y con un expediente académico inmaculado aún tiene tiempo para el teatro –“me encanta”, dice con los ojos al cielo- y para la música. En su carrera deportiva, el próximo curso tendrá a Jaime Carmona y Miguel Mampel como entrenadores y para (casi) todo lo demás a sus padres y a su hermano Lorenzo. Mayor que ella, suelta sin rubor alguno que es “mi modelo a seguir”. Esquía, pero no como ella y mantienen piques por las notas. No es de extrañar. El hermano va para ingeniero aeronáutico. “¿Mis padres? Creo que están orgullosos de nosotros”, afirma.