El partido ante el Real Zaragoza -sensaciones aparte- dejó la constatación de que la maquinaria azulgrana está más engrasada que nunca y funciona con una milimétrica precisión.
Si hablamos de sensaciones, la decimotercera jornada ha descubierto a muchos lo que por tierras oscenses empezaba a ser una realidad: el Huesca es un equipo alegre, trabajado, que a su inercia ganadora ahora suma fiabilidad. Y aquí no hay sensaciones que valgan: los números hablan por sí solos y dejan a las claras que aunque esta Liga 1|2|3 es eterna, las tendencias miradas con el prisma del paso del tiempo siempre son interesantes de observar.
Y la fotografía del Huesca es muy clara, amparado en un poder en su estadio sólo superado por el Numancia esta temporada, que con 18 puntos en 7 partidos es el mejor local. La SD Huesca anda al acecho con 17 puntos en otros tantos encuentros, para completar una racha de 16 partidos sin perder en El Alcoraz. La última derrota curiosamente dista del 4 de febrero de 2017 ante el Real Zaragoza en suelo oscense. Entre medias, 21 goles a favor por tan sólo 8 en contra, para lograr 36 de 48 puntos disputados.
Además, viene a sumarse a la magnífica racha de 8 encuentros sin perder, que aunque todavía algo lejos, ya empieza a acercarse a la fabulosa racha de 12 que el equipo azulgrana consiguió la temporada pasada y que le llevó a disputar un ‘playoff’ de ascenso a Primera División por primera vez en su historia. Y todo ello con la estadística curiosa y a la vez esclarecedora de haber recibido únicamente 2 de sus 9 goles en contra en jugada. Todo lo demás, o bien en jugada de estrategia -mediante falta o córner- o bien desde el punto de los once metros.
Unos números que manifiestan el buen trabajo de Rubi y su equipo en la sala de máquinas, ejecutado a la perfección por un conjunto que -filiales a parte- fija su media de edad en una cifra inferior a los 26 años. Todo son rosas en el jardín.