El rodillo como tabla de salvación, la cinta para correr como objetivo y la terraza como objeto de deseo. No es fácil de por sí ser triatleta. Más en circunstancias actuales donde no hay piscina donde entrenar, ni campo para correr, ni asfalto sobre el que pedalear. Y como denominador común a todos los triatletas, la imaginación. Que no se puede nadar, ejercicios con gomas para simular; que no se puede correr, el pasillo convertido en pista o la terraza para quien la tenga; y para pedalear, el rodillo donde se consiguen buenos ritmos gracias a distintas aplicaciones con la tele como aliada.
Roberto Rasal tiene su objetivo en Konga, en Hawái. El icónico paraíso de (casi) todo triatleta, que al menos una vez en su vida quiere competir en esta joya del Pacífico. La cita es el 10 de octubre. Y la duda se acrecienta cada vez que se cae una hoja del calendario. El motor de Roberto Rasal le permite una frontera de cuatro meses para llegar en buena forma. Mayo aparece como límite. Y mientras, rodillo en casa -una hora al día, hora y media los fines de semana-, aprovecha la terraza para armar un circuito de unos 40 metros y para la pileta, la simulación con gomas.
Ser un ironman desde casa lo lleva mal. Lo dice de forma clara. Y es que estando entre cuatro paredes -confiesa que su terraza es un lujo- con horarios que pueden ser más laxos por lo que supone el confinamiento implica que “la ansiedad juegue a la contra”. Por ejemplo, es más difícil controlar la alimentación. Eso sí, lo consigue. Dentro de su preparación para Kona se le ha caído de su calendario el Ironcat, cerca de Tortosa. Estaba previsto para el 15 de mayo y ya está suspendido. Maneja el 2 de julio, en el espectacular de Roth (Alemania), para coger ese punto que todo deportista quiere que es el de la competitividad.
“Roth es una cita increíble por el ambiente que se respira en su Ironman”, afirma Jorge Abel. El triatleta oscense se encuentra en plenos trámites, asesorado por José Ramón Callén, Joserra, una referencia en todo lo que es Ironman, para competir en categoría pro de Ironman. Abel es el primer aragonés en completar la distancia del triatlón largo de 3,8 kilómetros nadando, 180 sobre una bici y luego un maratón en menos de 9 horas. Fue en mayo del pasado año, en la prueba de La Ampolla.
El navarro Imanol Etxarri es quien le marca las pautas del entrenamiento. El dúo se había propuesto de bajar a las 8h30m y la cita era -es- el Ironman de Vitoria del 12 de julio. La incógnita a despejar está clara. Si se celebrará y cómo va a llegar. Abel procede del CN Zoiti por lo que la base la tiene aprehendida y es el segmento que menos le preocupa. Su terraza la ha transformado en un gimnasio pero le falta una cinta para correr. “Si alguien me la presta, encantado” (si hay alguien la ofrece vía [email protected], la web hace de puente).
El hecho de trabajar en un servicio esencial -Ibercaja- no ha roto su rutina de entrenos. No salir al asfalto es la menor de sus preocupaciones. Es un ‘enamorado’ del rodillo. “De octubre a abril estoy con él. A mí me gusta”, desliza entre risas vía teléfono. Se sumerge en música indi y rock para almacenar minutos y afinar su preparación. Tras Vitoria, octubre aparece como otro mes clave con la duda de si competirá en Barcelona o en Cascais (Portugal).
La última campeona de Aragón de triatlón Larga Distancia, Ana Revilla, es otro ejemplo de entrenamiento espartano. Teletrabaja en casa desde unos días antes de que se decretara el estado de alarma como consecuencia de la pandemia por el COVID-19. Amanece muy pronto en su casa. Hacia las 5.30 inicia la primera sesión de entrenamientos. Tiene un aliado fiel, su compañero Rubén Gimeno afianzado en las ultras con lo que el deporte de máxima exigencia corre por las venas de ambos. Como le ocurre a Abel, tanto Ana como Rubén están pendientes de una cinta para correr. En su caso llevan tres semanas a la espera.
Ana es entrenada por Carles Tur, que también es nutricionista, y Rubén por Miguel López Allué ‘Coix’. Mequinenza iba a ser el escenario del campeonato de Aragón 2020 de LD de triatlón y ya está suspendido. Ahora, su objetivo es el de Salamanca, sede del nacional, y fijado para un 28 de junio más cercano de lo que parece. Para el siguiente mes tiene cita en Benasque, con el Gran Trail Aneto Posets, en la Vuelta al Aneto y sus 55 km con 3.630 md+.
Rubén, por su parte, tiene fijado el UTMB Valle de Arán de junio su objetivo. Luego tocará descanso, periodo en el que se encuentra tras haber participado en la Transgrancanaria, posiblemente una de las últimas grandes carreras de este 2020 antes del confinamiento por el coronavirus.