“Iván Azón es el típico guerrero que llevarías a cualquier batalla. Por su equipo es capaz de meter la cabeza en una lavadora, el pie en un pozo de barro lleno de serpientes.”
La cita es de Francho Serrano y sirve para definir al dueño del 9 y de los goles del Real Zaragoza. Azón ha firmado una gran pretemporada y se sitúa como la mejor referencia de un ataque incompleto. Generoso, su fútbol se entiende desde el despliegue y una guerra silenciosa. Pelea, se ofrece, libera y remata. Al espacio, en carreras largas, muestra todas sus virtudes. Mitad futbolista, mitad estampida, da la sensación de que este será su año.
Iván Azón siempre fue un atleta ejemplar. Dotado para la gimnasia y el fondo, eligió pronto el gol y lo hizo para siempre. Desarrolló su musculatura y el proceso llegó de manera asimétrica. Compraba los chándales con tallas diferentes, porque lo que se ajustaba a su tronco inferior no servía en el superior. En La Romareda encajó pronto y le dedican cantos que remiten a Oliver y Benji. A Azón, que mantiene su aspecto de niño grande, le sienta mejor que a nadie el apoyo incondicional de su estadio.
Zaragoza es un lugar especial para los goleadores. Una rápida revisión por la historia del Real Zaragoza ofrece una quincena de nombres inolvidables: Seminario, Murillo, Marcelino, Diarte, Pichi Alonso, Valdano, Amarilla, Esnáider, Morientes, Milosevic, Villa, Diego Milito, Ewerthon, Borja Bastón, Borja Iglesias o Luis Suárez. El inventario abarca equipos muy distintos, desde un Zaragoza campeón a uno en plena depresión en Segunda. Todos ellos están unidos, eso sí, por el hilo conductor que ofrece el gol. Sin embargo, esa posición nunca fue demasiado generosa con los canteranos. Sin grandes referencias aragonesas en el último siglo, Iván Azón pretende ser el punto de encuentro entre el clásico nueve zaragocista y una suerte inédita en los últimos tiempos: el delantero zaragozano.
El club busca salidas para encontrar un espacio en el límite salarial. Una de sus intenciones de aquí al final del mercado es contratar un delantero que sirva para complementar a Azón, capaz de adiestrarle en el arte del remate. Antes del duelo frente a Las Palmas, el 9 apura unas molestias que le impiden entrenar con normalidad y que le privaron de jugar el último amistoso. Si se recupera a tiempo, sabe que estará solo en el área. El canterano acepta el reto, feliz, y tiene en mente superar sus cifras del curso pasado. En su juego, hay un aprendizaje acelerado y una voluntad inquebrantable. Y en la suerte del gol, la fe de Iván Azón siempre movió montañas.