ZARAGOZA | Iván Azón cambió el partido ante el Levante. Al verle, es fácil pensar durante unos segundos en lo que pudo haber sido la temporada y no en lo que ha sido. Azón ha sufrido el castigo de las lesiones y ha sido el gran ausente. El pasado viernes, solo unos minutos de su juego abrieron un panorama distinto para el Zaragoza. Peleó, guardó el balón y abrió espacios para otros.
Bueno en el mejor sentido de la palabra, observar sus movimientos es descubrir a un delantero diferente. En su posición, se valora el egoísmo, la lucha individual. Azón está hecho de otras cosas: todas sus acciones tienen un sentido colectivo, juega para los demás y casi nunca para sí mismo.
Su despliegue durante la segunda mitad le llevó al límite al final del partido. Desfondado, buscaba la respiración con las manos en sus rodillas, como si en sus botas hubiera plomo y no la mejor tecnología. Y en el Ciudad de Valencia protagonizó otra acción que le define. A falta de diez minutos para acabar el partido, peleó por un balón dividido con Dani Cárdenas, el portero del Levante.
Azón llegó un segundo antes y buscó un penalti que Cárdenas supo evitar. El delantero fingió su caída, pero al instante, levantó la mano pidiendo perdón. El portero se lo reprochó con un insulto y Azón le desafió entonces, como si su acción pudiera justificarse con la disculpa que llegó más tarde. Recordé en ese punto del partido una frase que le escuché a uno de sus compañeros: “Iván Azón es tan buena persona que ni siquiera sabe tirarse”.
El partido se cerró con el empate y Azón fue invisible para Bebé y Simeone en dos acciones definitivas. Al portugués no le pidió explicaciones, quizá porque sabe que nadie puede cambiarle. Al argentino le dedicó una mirada cómplice. Es sencillo pensar que si los papeles hubieran sido distintos, el 9 hubiera pensado mucho antes en el pase que en el tiro. Especialmente con Simeone como destino, al que ve como su mejor pareja de baile.
En la recta final de la temporada, se espera que Azón alcance la regularidad que no ha tenido en todo el curso. En solo 11 partidos, ha marcado 2 tantos y ha repartido una asistencia. Y a cambio, el equipo siempre ha dado la impresión de estar incompleto, como si le faltara un delantero generoso, que le puede dar un sentido completo a su ataque. Un jugador hecho para dar aliento al resto y para abrir todas las puertas: Iván Azón, la llave maestra.