ZARAGOZA | Iván Azón es uno de los abanderados del zaragocismo. Uno de esos jugadores de club, de ciudad y de cantera. Uno de esos que tienen mucha facilidad para ganarse el corazón de los aficionados. El ‘9’ del Real Zaragoza ofrece intensidad a raudales y siempre se enzarza en una constante batalla con los centrales rivales, pero el gol todavía se le resiste y su nivel ha bajado con respecto al periodo anterior a su lesión.
Desde que el ariete forma parte del primer equipo, Azón ha realizado gran parte de sus actuaciones más destacadas saliendo desde el banquillo. El ímpetu con el que pisa el césped cuando ingresa en la segunda mitad no hace más que infundir nerviosismo a la defensa rival. Una zaga cansada a la que le comienzan a temblar las piernas cuando ven correr a un Iván fresco y con hambre. Sin embargo, el devenir de la temporada le ha asignado un rol completamente distinto en el que no termina de rendir.
2024 está siendo un año de luces y sombras para Iván Azón. Tras un problema físico que le tuvo en el dique seco durante dos meses, reapareció en Elda en el que fue el primer examen del nuevo año. La realidad zaragocista en aquel momento clamaba al cielo un delantero, una figura ofensiva sobre la que apoyar el juego propuesto por Velázquez. En cambio, la vuelta de Azón no ha paliado esos problemas en ataque que lleva adoleciendo el Real Zaragoza en la presente temporada.
Ahora, poco queda de ese ímpetu tan característico del canterano, de esa fuerza que amedrentaba al contrario. Su juego se explica a través de las caídas, de la desesperación, de la búsqueda de una falta que pocas veces llega. Lejos del área e intrascendente cuando la pisa, Azón está dejando muchas dudas en un reinicio del curso completamente trascendental para conocer las aspiraciones de la entidad blanquilla.