ZARAGOZA | La baja de Iván Azón deja al Real Zaragoza con pocas soluciones para el ataque. El pronóstico de su lesión en la rodilla está pendiente de más pruebas, pero todo indica que no volverá a jugar hasta 2024. Su ausencia, con Sinan Bakis también lejos del césped, deja la delantera del Real Zaragoza bajo mínimos. Mientras, Sergi Enrich resta más de lo que suma y la afición busca soluciones de cantera.
El declive del Real Zaragoza en la temporada no se entiende sin algunas de sus lesiones. El primer mal augurio llegó con la baja de Francho Serrano, afectado por una rotura muscular de segundo grado. Le siguió la peor de todas sus ausencias. Cristian Álvarez nunca puede faltar y entre su primera lesión y su recaída ya se ha perdido siete partidos de liga. Lecoeuche ha sido incapaz de dejar atrás sus problemas musculares y Gámez ha estado otro mes de baja. Maikel Mesa, Marc Aguado y Toni Moya también han atravesado algunas molestias, aunque sin parte clínico de las mismas.
Quizá las mayores desgracias del curso se concentran en un lugar concreto: en la delantera. Sinan Bakis se acerca al mes de baja, sometido a un tratamiento conservador en su rodilla, afectado en su menisco. Y ahora le sigue Iván Azón, que ha perdido su suerte en los dos últimos cursos, con dificultades en el remate y maldito por las lesiones. Las ausencias preocupan tanto como la falta del gol en el grupo, después de que el Zaragoza sumara su peor mes de competición con un balance desolador: ni un solo gol en noviembre.
Julio Velázquez, recién llegado, debe inventar soluciones para su delantera. Con Sergi Enrich a un nivel muy pobre, se contemplan las opciones de Víctor Mollejo o Germán Valera para la punta. Los dos le pueden dar movilidad a un equipo estancado, incapaz de progresar en el juego. Huérfano también de desmarques, el Zaragoza debe reformular sus ataques y esas dos posibilidades dan más recursos al espacio. Además de esas dos opciones, ninguna posibilidad parece tan esperada como la de Pau Sans.
Sans representa el fútbol de calle y su juego es truco y barrio. Frente a la SD Huesca fue capaz de ilusionar a una grada en plena depresión, de modificar con sus intentos el panorama. Y, ante el solar que hay en la delantera, eso es exactamente lo que se espera de Pau Sans: que sea luz en las tinieblas, que pueda cambiar la escena.