ZARAGOZA | En el duelo ante el Levante, pocas decisiones parecieron tan extrañas y difíciles de defender como la capitanía de Iván Calero. En su primer curso en La Romareda, el lateral madrileño vive una de las temporadas más complejas de su carrera. Si agradó en sus primeros pasos, ha sufrido en la segunda vuelta una caída inesperada. En el inicio pareció un soldado de hierro. Unos meses después, Calero se ha quebrado por completo, hasta perder la calma y la madurez que le hizo ser una referencia en el vestuario. Hoy parece un futbolista más temperamental, al que el brazalete no le hizo un favor en Valencia.
Iván Calero, capitán de circunstancias
La elección de Calero en esa escala responde, teóricamente, a una decisión de vestuario. Lo apuntó ayer El Periódico de Aragón, a través de Santiago Valero. Calero fue designado como capitán durante la ventana, antes de que llegara Guti el último día de mercado. Probablemente esa elección hubiera cambiado el 4 de febrero, pero entonces ya pareció tarde para los que eligieron al madrileño en la pirámide. En la línea jerárquica, Calero se saltó a muchos otros compañeros. Ningún ejemplo parece tan revelador como el de Jair Amador, que ha pasado de ser el segundo capitán del curso anterior a no estar ni siquiera entre la nómina. La justificación respecto a Jair parece clara. En verano se barajó su salida y en invierno no se esperó que jugara.
La elección al principio del curso pasado merece una nota más, por mucho que haya prescrito. Escribá, el técnico de ese inicio de curso, argumentó que las elecciones de Cristian, Jair, Lluís López y Maikel Mesa partían de la plantilla. Fuentes del vestuario consultadas por este medio descartan que hubiera tal votación.
La capitanía, cuestión central
Este curso, en los meses de verano el cuarteto de capitanes estuvo claro. Cristian Álvarez, Lluís López, Francho Serrano y Keidi Bare. Los tres primeros respondieron a una votación de la plantilla, el cuarto fue una elección de Víctor Fernández. Ante la retirada de Cristian Álvarez y la ausencia de los tres siguientes, Calero fue un capitán sorprendente. Regresaba del Sardinero, tras haber firmado un partido lleno de sombras. Y siguió la misma pista. A pie cambiado, dejó errores en el centro y en la marca, y un penalti que le dejó en el peor lugar de todos.
Iván Calero, un día gris
En un partido muy emocional para Calero, ante la cercana mirada de su padre, no pudo cambiar el rostro de su segunda vuelta. Fue el fiel reflejo de un equipo desnaturalizado, que nunca se reconoció ante el espejo. Su capitanía se explica por un detalle que también tiene que ver con su mala racha. Es un jugador de equipo, alguien al que los compañeros respetan por su trabajo y su cultura del esfuerzo. El mismo motivo le señala en el otro lado de la navaja. Como futbolista de grupo, el nivel del equipo resume también su declive. Por ese motivo sus declaraciones al acabar el encuentro durmieron en un limbo. Por esa razón Calero pareció también un capitán en la derrota.