HUESCA | Iván Montoya abrochará cuatro temporadas en el Bada Huesca sin despedirse de la que es su afición de la forma en que le gustaría: jugando. La lesión en su mano derecha lo impide. Tiene que estar inmovilizada un mes, luego la rehabilitación y el calendario de esta ASOBAL se apaga. Cuando vuelva lo hará defendiendo el escudo del Granollers. Ha firmado por dos temporadas con el conjunto barcelonés y allí se llevará sus goles, sus siete metros y las exclusiones de rivales; su balonmano.
Llegó con 20 años procedente de Puerto Sagunto para conocer la Liga ASOBAL y compartirá competición doméstica con las internacionales cuatro años después, aunque en Granollers. La evolución ha sido brutal. Sus 184 centímetros y poco más de 100 kilogramos le han convertido, especialmente esta temporada, en objeto de deseo de clubes, en muchas ocasiones en el top de goles de la jornada y todo eso le ha abierto las puertas de uno de los clubes con más solera del balonmano español.
Cuando hablamos con él leía ‘Invicto’, de Marcos Vázquez. Un libro con subtítulo. Y bastante significativo: ‘Logra más, sufre menos’. Carga con cierto pensamiento estoico. Y teniendo en cuenta que su posición es la de pivote, quizá se le ajuste aquello de dominar las emociones para alcanzar la felicidad. “En Huesca han sido cuatro años de aprendizaje”, desliza Montoya. Cuando se le pregunta por lo mejor de estas cuatro temporadas en la ciudad contesta que “el carácter de la gente. Es gente amable, educada”, recalca. Un jugador de balonmano no es un jugador de fútbol, pero en una ciudad así tampoco pasan desapercibidos.
Sonríe cuando se le dice si se considera que es un deportista conocido en la capital altoaragonesa y dice que sí, “quizá porque antes llevaba rizos y ahora no”, entrecomilla entre risas, y destaca que siempre se ha sentido “apoyado”. Sin duda, los peores momentos han estado relacionados con las lesiones. De hecho, su entrada y salida del equipo ha estado marcada por ellas. Primero fue en una pierna y ahora en una mano. Pero también tiene una espina clavada. Ese partido contra Anaitasuna de hace dos temporadas que cerró la puerta al Bada Huesca para haber vuelto a jugar en Europa. “Nos faltó un gol”, recuerda.
Cuando se le pregunta de forma directa si le hubiera gustado seguir en el Bada Huesca, la repite para deslizar que “no pienso en eso. Ahora tan solo quiero recuperarme de la lesión y ayudar a mis compañeros en lo que queda de temporada”. Y mientras máxima atención en el cuidado de su mano lesionada, lectura, andar algo más de 10 kilómetros y hacer vestuario. Luego tocará poner rumbo a Granollers, que este viernes ha anunciado su fichaje, y allí “aprender y ayudar en todo lo que pueda”, subraya el pivote alicantino que esta temporada ha facturado 108 goles.