Investigadores y científicos procedentes de distintos ámbitos y organizaciones internacionales ha constatado este martes en Jaca (Huesca) la necesidad de adoptar estrategias de investigación frente al impacto del cambio climático en las zonas de montaña basadas en la cooperación transfronteriza.
Así se ha puesto de manifiesto en el marco del III Coloquio Internacional sobre Cambio Climático en Zonas de Montaña (OPCC2 2019), que reúne entre hoy y mañana en la localidad altoaragonesa a más de cien ponentes y doscientos participantes para dar a conocer los resultados de tres años de trabajo en seis proyectos de cooperación, ha informado la organización del evento.
Estos trabajos han sido promovidos por la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (CTP) a través de su Observatorio Pirenaico de Cambio Climático con un presupuesto global de 4,5 millones de euros, de los que 3 millones han sido financiados con fondos europeos Feder a través del programa de cooperación entre España, Francia y Andorra POCTEFA.
Entre los indicadores aportados, los responsables del proyecto advierten de la desaparición del 50 % de los glaciares pirenaicos en los últimos 50 años, del descenso del volumen de lluvia en un 2 % respecto a 1960 y del aumento de la temperatura en 1,2 grados (un 60% más del Acuerdo de París).
Proyectos analizados en Jaca
Por su parte, el proyecto Climpy tiene como objetivo principal conocer cómo ha cambiado el clima en el Pirineo mediante una unificación de la información existente, el desarrollo de nuevos indicadores climáticos y la realización de proyecciones futuras que hagan posible reducir la vulnerabilidad a los impactos producidos.
Entre los cambios observados, los investigadores han constatado un ascenso de la temperatura media anual de 0,28 grados entre 1959 y 2015, un ligero descenso de las precipitaciones anuales del orden del 2,5 % por década desde 1960 y, en el caso de la nieve, una destacada reducción de la innivación de las montañas.
A su vez, el proyecto Florapyr analiza el alto grado de vulnerabilidad del territorio pirenaico frente a los efectos del cambio climático, en especial sobre la flora y la vegetación de montaña. Los expertos, tras acumular más de 2,3 millones de datos, concluyeron que un 2 % del total de 4.000 plantas estudiadas se encuentra actualmente amenazado con el riesgo de extinción.
El proyecto Replim analiza el impacto tanto del cambio climático como de la presión humana sobre los lagos y turberas de alta montaña, elementos icónicos del paisaje pirenaico de muy alta vulnerabilidad. Los expertos han podido constatar en sus investigaciones una tendencia clara al aumento de la temperatura en las aguas superficiales de los lagos que pueden afectar a su composición química y biológica, así como una aceleración del proceso de descomposición de las turberas.
Canopee es un proyecto que ha permitido evaluar el impacto del cambio climático en los bosques pirenaicos, que ocupan más de la mitad de la superficie del macizo de la cordillera, y que ha aportado un manual de buenas prácticas de gestión forestar para anticiparse a los cambios que puedan provocar la desaparición de estos hábitats.
El proyecto Piragua aborda la caracterización del ciclo hidrológico en los Pirineos para mejorar la capacidad de adaptación de los territorios frente al impacto del cambio climático y apoyar la inversión destinada a la gestión del recurso agua en esta situación. Sus responsables han constatado disminuciones significativas en el caudal de los ríos pirenaicos y han incidido en la necesidad de promover la cooperación transfronteriza en la monitorización e inventario de recursos hídricos en una territorio en el que la gestión del agua depende de ocho administraciones diferentes y siete agencias del agua.
Destacan estos expertos que los Pirineos son la principal fuente de recursos hídricos del noroeste de España, Andorra y el suroeste de Francia, y que además de proporcionar agua para consumo humano, riego, turismo o producción de energía, la escorrentía y recarga de acuíferos que se produce en ellos son “claves” para mantener el equilibrio ecológico tanto en la cabecera como en las zonas bajas de los cauces.