ZARAGOZA | Jair Amador volvió a volar el pasado domingo. Lo hizo en La Romareda, en un estadio entregado a sus remates, a su defensa del área. Sus registros en el encuentro descubren un partido perfecto, sin fallos, ante una de las grandes referencias de la categoría. Jair anuló por completo a Joaquín Panichelli. Dominador del área propia, el defensa construyó su reino en el aire. En el minuto 78 su salto fue gol, festejo y lágrimas.
El fútbol siempre ofreció réplicas, la posibilidad de cambiar la suerte cada fin de semana. Solo así se explica que Jair Amador y Tasende se reunieran en el gol del triunfo. Que lo hicieran además ocho días después de haber aparecido enfocados en Santander, en la foto de la derrota. El fútbol no siempre tuvo corazón ni justicia, pero acabó siéndolo con dos futbolistas que han vivido dos cursos en uno mismo. En el fondo, toda la temporada de Jair Amador es una revancha.
El límite salarial paralizó su fichaje al Levante en el último día de mercado veraniego. Unas semanas antes, en el duelo inaugural ante el Cádiz, Jair confesó que no se sentía preparado para jugar, ante la inestabilidad de su futuro. No se estrenó en la temporada hasta el 29 de octubre, en el debut copero ante el Hospitalet. Su temporada estaba marcada entonces. Se le llegó a considerar el quinto central del grupo, en una rotación en la que estuvo por detrás de Vital, Lluís, Kosa y Clemente. El curso ha demostrado una realidad opuesta. Con sus virtudes y defectos, ningún central del Real Zaragoza destaca tanto como él en el arte de defender.
Jair Amador, rascacielos
Sus primeros pasos en Liga sirvieron como pista. El 2 de noviembre, Jair saltó al césped en el tramo final del encuentro. El Zaragoza buscaba abrochar la victoria y Jair interrumpió los desplazamientos del rival: el juego frontal y todos los intentos. El estadio celebró cada uno de sus cabezazos, en un preludio de lo que pasó el domingo ante el Mirandés. Desde entonces, ha vuelto a recorrer un camino más largo, para apuntalar el sitio que lleva siendo suyo desde hace 5 años. No se le asigna la condición de central de ascenso, pero siempre se recurre a él para evitar los descensos.
Jair nunca lo pasó peor que en el curso pasado. Más frágil en lo anímico de lo que se esperaba, llegó a dudar también de sus virtudes. Dejó de gobernar el fútbol aéreo, dudó en la que siempre fue su suerte. Nunca una recuperación fue tan visible como esta temporada, en una historia que tuvo su espejo el pasado domingo. 8 días después de un error que le señaló de nuevo, Jair firmó su mejor partido en La Romareda. La diferencia fundamental está en el banquillo. Ha encontrado en Gabi un técnico que cree en él a ciegas, que lo mira como su mejor referencia.
Los datos del encuentro ante el Mirandés reflejan un partido impecable. Ganó 10 de 13 duelos aéreos en los que estuvo involucrado (76´9 %), interceptó 4 ataques y firmó 5 recuperaciones. Y le dan forma a dos estadísticas que también son muy significativas. Ningún defensa gana más duelos por alto que Jair Amador (4´68) y nadie tiene mayor eficiencia aérea que él (8´98). En un fútbol que prima la salida de balón y el buen pie, Jair puede ser considerado una anomalía. En el área, es un rascacielos. Y un defensa que solo sabe defender.
Este curso ha vuelto a nacer y ha restaurado un ánimo herido. Nunca lo hizo mejor que con Gabi Fernández, que ha creído en él por encima de todas las variantes. Gracias a él, Jair ha construido su reino en el cielo.