ZARAGOZA | Jair Amador apareció en la fotografía de dos de los goles que llegaron en La Romareda. Una suerte rara decidió el partido: un golpe en la balanza, un extraño equilibrio de fuerzas. Como si alguien pudiera planear desde las sombras las derrotas del Real Zaragoza.
Jair contribuyó a dos goles para ambos bandos, en acciones improbables, que nadie supo entender ni anticipar. En la primera, en el segundo tanto del Real Zaragoza, llenó el área con tres toques, en un recurso circense y acrobático. En el último contacto de todos, dejó el balón hacia atrás como si esperara que el remate de Jaume Grau pudiera ser también de voleibol. Fue de fútbol y fue gol, pero el Zaragoza dejó escapar su ventaja poco después.
Tras el primer tanto del Eibar, llegó la segunda imagen de Jair. De entrada, el portugués rompió el fuera de juego. Midió mal, el bote del balón le sobrepasó y perdió por tercera vez el mismo duelo. Jair permitió que el centro de Jon Bautista acabará manso en la piel de Stoichkov, que siempre supo marcar goles en La Romareda.
La pirueta de Jair Amador es un fiel reflejo de un partido que fue toda una paradoja, pura acrobacia. El Zaragoza venció en la primera mitad el baile del Eibar. Lo hizo por el camino más corto, como si el fútbol se pudiera reducir siempre a la mitad, en un atajo frontal y aéreo. El juego directo le sonrió a Escribá, que llenó su mochila con dos víveres sin merecerlo del todo.
Giro de guión en el descanso
Después del descanso, el Zaragoza no supo guardar ni el balón ni los tiempos. Tampoco acertó en la sentencia y el Eibar esperó agazapado e insistente, sin mayor solución que la fe en su talento. El equipo armero esperó el error y Jon Bautista sopló el viento y desvió la trayectoria de un centro. El juego de espejos siguió y Bautista y Stoichkov se cambiaron los papeles en el empate a todo. Jair, como ya está escrito, fue el cómplice de ese tanto.
Cristian Álvarez siempre fue el termómetro ideal del Zaragoza y su lesión llenó de miedos La Romareda. Alguien cantó su derrota antes de tiempo y en el lugar del verdugo apareció Aketxe. Su golpeo, de zurda total, pareció teledirigido; combado y perfecto. Aketxe es uno de los mejores especialistas que hay en este juego y lo demostró en el contexto más complejo, cuando el partido estaba en el alambre. Apuntó directamente a la escuadra y el balón se instaló en el lugar de las desgracias. Ahora se le acumulan al Zaragoza, que no creyó en el empate hasta el último arreón. Jair Amador, que pudo ser juez del partido, no acertó ante Luca Zidane en busca de la última igualada.
El encuentro se cerró con un resultado que enseña la primera crisis del Zaragoza en la temporada. Los problemas ya no son solo sistemas sino el fútbol, el ánimo y las dinámicas. El equipo de Escribá fue incapaz de retener un triunfo que tuvo en su bolsillo antes del descanso. Y el partido, en lo bueno y en lo malo, se explicó a través de Jair Amador. Alguien del público se empeñó en entender la más dolorosa de las derrotas, la voltereta que había dado el encuentro. Acostumbrado a narrar partidos también desde la grada, dejó su resumen en un mensaje de whatsapp: “Lo mismo que Jair te da, Jair te lo quita”.