Jair Amador marcó ante el Oviedo el gol que le debía la suerte. No pudo llegar de otra forma. Se colgó del aire y ejecutó un remate certero, en una acción que probó su flexibilidad y su facilidad para el vuelo. Hasta ese punto de la temporada, Jair había sido una tentativa recurrente en las acciones a balón parado. 22 veces probó fortuna hasta marcarle un gol a Joan Femenías. Por el camino, había dominado otras dos clasificaciones en el Zaragoza: nadie juega tanto como Jair (3504 minutos) ni participa tanto en el juego (1798 pases).
Jair Amador ha progresado a lo largo de la temporada. Siempre indiscutible, su rendimiento se ha sostenido mejor que nunca en el tramo final de la competición. Mejor con Francés, pero estable también junto a Lluís López, Jair es, fundamentalmente, un defensor de área. Se perfila bien en el despeje, mejora en las disputas a través del cuerpo a cuerpo y tiene un magnetismo especial para todo lo que sucede en el aire. En su fútbol hay otra sensación prometedora: los años no le han hecho un jugador más vulnerable, sino mucho más selectivo. Ha sumado algún error en la temporada, pero entiende sus defectos y aprovecha la velocidad de Alejandro Francés para camuflarlos. Le ha añadido también un punto de fortaleza mental a su juego y ha espantado a las lesiones, que marcaron su primera temporada.
En ese contexto, en un curso que Jair Amador escribe de menos a más, parece lógico que el central reciba ofertas del extranjero. Proceden de Bélgica, Turquía e Israel, según informa El Periódico de Aragón y todavía no han sido trasladadas al club. Sus registros le acercan también a otros equipos del panorama nacional. Incluso parece que puede encajar entre los ya descendidos (Alavés o Levante) o aquellos que se han salvado por la campana (Getafe, Espanyol o Elche). Hasta el momento, todo parecen suposiciones y Jair sonríe en Zaragoza. Su presencia en el equipo le aseguró una renovación automática en invierno y el portugués tiene contrato hasta 2023.
Feliz y en pleno proceso de maduración, vive un momento dulce en Zaragoza. Quizá por eso, ahora más que nunca, Jair se ha convertido en objeto de deseo. Para el Zaragoza y para el resto.