El zaragozano Javier Camacho encamina sus pasos hacia la cordillera del Pamir. Quiere encadenar los picos Korhaneskaya (7.105) y Comunismo (7.495 metros de altitud), que desde 1996 se llama Ismail Samani. Y por ese orden. Ahora mismo ultima los preparativos de la expedición prevista para mediados de julio y cruza los dedos para que uno de sus meniscos no le dé problemas. El alpinista, socio de Montañeros de Aragón, club que celebra sus 90 años de vida en este 2019, es un tipo duro. Sabe lo que es sufrir. Y mucho. Su última gesta, el pasado año, fue la cima del Everest. El descenso fue tremendo debido a una severa conjuntivitis. Antes, en el Lothse, un ‘ochomil’ que holló sin la ayuda de oxígeno artificial, tuvo la desagradable sorpresa de que le abandonara el sherpa. Siempre se dice que para escalar una montaña hay que tener cabeza y físico. Y él tiene las dos cosas.
Con su Olympus en el Pamir
Excepcional fotógrafo de alta montaña, Javier Camacho irá con su Olympus para dejar constancia de cielos, lagos y paisajes tremendos en el corazón de esta cordillera del Asia central. “La verdad es que tengo muchas ganas de ir”, señala. El proyecto surgió en esa línea de seguir “soñando con montañas”, desliza imprimiendo cierta ensoñación cuando habla de las grandes alturas. Al Pamir viajará en esta ocasión en compañía. Se alistan a la aventura de encadenar el Korhaneskaya y el Isamel Samani dos asturianos con los que ya estuvo en el Makalu. Y esto ya de por sí es novedad, porque normalmente ha hecho estas expediciones en solitario.
El zaragozano partirá con su Olympus y también llevará material de Rab, Boreal y la empresa de filtros fotográficos Lucroit ya que va a probar materiales en altitud.
El Pamir iba pivotando en la mente de Javier Camacho. Quería buscar un tiempo de descanso entre los ‘ochomiles’. Aparcó las montañas más mediáticas por otras en otros territorios y, a la par, fue dando forma al ‘Leopardo de las nieves’, un premio de la extinta Unión Soviética, que consiste en subir los ‘sietemiles’ del Pamir. “Siempre busco montañas con interés muy estético y en esa línea hice el Khan Tengri, una montaña preciosa, y me metí en la idea del Pamir”, explica.
Del Korhaneskaya al Comunismo
Es consciente de que enlazar el Korhaneskaya y el Ismail Samani no será fácil. A su favor tiene que aclimata muy bien. Tendrá que moverse rápido, pero las dudas surgen con su menisco. “Lo tengo prácticamente roto y voy a tener que andar con bastante cuidado”, confiesa. Insiste en que la empresa no es fácil, pero la convicción está por encima. “Estoy acostumbrado a sufrir, pero también muy motivado. El 7.100 se me queda un poco bajo”, dice entre risas. La clave estará en el primer pico. El Comunismo quiere hacerlo en estilo alpino, pero todo dependerá de cómo sale del Korhaneskaya y las sensaciones de su cuerpo, especialmente de la rodilla maltrecha. Respecto a la meteorología, en el Pamir, el verano es fresco y corto.
Su referencia es de un territorio precioso. Ha buscado ya localizaciones para hacer fotos. Y ha encontrado lagos donde se hacen reflejos y en su agenda ya tiene apuntados los lugares de interés para dejarlos plasmados con su Olympus. En esta ocasión, la aplicación que llevó al Everest y que permitía saber dónde estaba no la llevará. “La familia y los amigos lo pasan muy mal, sufren mucho y la familia prefiere que no lo lleve. Lo que haré es informar a través de una página web y si tengo acceso a internet contaré el día a día de la expedición”, explica. Y como en otras ocasiones, en la cima se fotografiará sosteniendo la foto de su familia, la de su mujer y sus dos hijos.