El Real Zaragoza de JIM no pasa del empate ni siquiera cuando lo merece. Cualquiera teme que pueda cambiar su propuesta y ser el equipo conservador que fue anteayer. Entre otras cosas porque no hay ningún entrenador que resista la derrota. Ni tampoco el empate recurrente, que es otra forma de perder. Y no hay ningún técnico que no quiera alterar sus fórmulas cuando no consigue la victoria.
JIM mueve su árbol en busca de una solución. Nieto falló en lugar de Chavarría, Narváez no es un nueve de referencia y el Zaragoza pierde con Francés en la derecha. También es curiosa una costumbre que ha adoptado el técnico. Suele relegar al anonimato a futbolistas que fueron importantes hace no tanto. Es el caso de Bermejo, que ha justificado su pérdida de crédito con su rendimiento. Más extraño es el ostracismo de Igbekeme, al que no usa ni ante un rival duro como el Lugo o académico como el Sanse. En la lista de los descartes también se añade a Adrián González, al que solo ha empleado en los minutos finales.
Juan Ignacio Martínez es bueno hasta cuando se equivoca. Asume el error, se corrige y se rehace. Ante las primeras dudas, el factor Romareda será uno de esos mantras a los que debe acudir el equipo. Mientras tanto, JIM insiste en que ser protagonista le hará ganar más puntos de los que pierde. En secreto, ensaya también un mecanismo defensivo para evitar que su equipo reme siempre “río arriba”.
Hace tiempo que el técnico ha descubierto que nunca acertará con todos. Los mismos que le reprochan la suplencia de Azón, de vez en cuando piensan que marca más goles de suplente. Los que creen que Vada debe ser titular, valoran el progreso de Francho Serrano en Lugo. Aquellos que sienten ilusión por ver a César Yanis en acción, consideran que los duelos físicos no son el mejor de los contextos.
Busco un cierre para el texto en un bar en el que solo se habla de fútbol. Dos zaragocistas de toda la vida discuten por un periódico, sin percatarse de que son escuchados:
-A JIM el año pasado habría que haberle hecho un monumento-le dice el uno al otro.
-Si el equipo acaba en una liga que no sé ni cómo se llama, seré el primero en derribarlo.
-Te lo he dicho siempre. Cuídate de un entrenador que juegue a ser entrenador.