JIM nunca ha sido un técnico innovador. Sus pautas en la estrategia responden siempre a la moderación, también ahora, cuando vive uno de sus momentos más delicados. Sus virtudes son otras y tienen que ver con su cercanía y la gestión del grupo. Por eso, estudia cada paso que da, el mapa de sus movimientos. Durante las navidades eligió un cambio de dibujo, alarmado porque su equipo encajó 5 goles en dos partidos. La respuesta no fue muy elaborada y escogió la cantidad en lugar de la calidad. Para contrarrestar el defecto usó un sistema de cinco defensas. El resultado tampoco ha sido demasiado alentador: cuatro tantos en los dos siguientes.
El primer ensayo llegó en Miranda, donde nada salió bien. El equipo ni atacó ni defendió y no supo responder al primer golpe. Ante el Sevilla, los intérpretes se ajustaron al plan, pero la derrota llegó sin consuelo. La propuesta de tres centrales y dos carrileros largos le sienta especialmente bien a Chavarría y se sospecha que también le puede favorecer a Fran Gámez. En ese formato, también podía tener cabida Enrique Clemente, al que el club renovó para dejarle salir a coste cero.
Si la propuesta se mantiene, JIM le ha puesto a Miguel Torrecilla deberes sin saberlo. Sin margen en el mercado, el Real Zaragoza solo cuenta con tres centrales específicos: Jair Amador, Alejandro Francés y Lluís López. La plantilla propone otras alternativas más osadas, que no se ajustan a los antecedentes del técnico. Carlos Nieto, Ángel López o Javier Hernández pueden actuar en esa posición. Pero el primero no ofrece seguridad desde hace tiempo y las soluciones de cantera nunca han sido el recurso más frecuente de JIM.
El dibujo exige unos automatismos que el Zaragoza debe trabajar sobre la marcha, en plena competición. La propuesta impone la lectura de los mediocampistas, obligados a recorrer muchos metros, a ser oportunos en las coberturas y a gestionar los esfuerzos. A los delanteros se les pide movilidad, una libertad plena y lo que siempre les ha faltado: gol.
En esa propuesta parece brillar especialmente Borja Sainz, feliz sin las cadenas de la banda. Ante el Sevilla, mostró que es el mejor improvisador del equipo. Lo que ocurre es que ya lo había probado antes del parón navideño y su técnico le situó en el banquillo de Anduva en el regreso.
Nadie sabe lo que pasará en Ponferrada, si JIM se mantendrá firme en su nuevo puzle o regresará al 4-1-4-1. Resulta más difícil que nunca descifrarlo, entre otras cosas porque el Zaragoza sigue sin repetir alineación y solo acumula 26 puntos con la segunda vuelta ya en marcha. Mientras Torrecilla busca baratijas en el mercado, el rompecabezas de JIM se complica sin remedio.