Jonatan García ha firmado su 99 Aneto más mediático. Hizo cumbre el pasado sábado, primer día de la desescalada provocada por la COVID-19. Y el revuelo ha sido espectacular. “Vaya tinglado con la movida esta. Hago el Everest y no me llama tanta gente ni salía tanto Benasque”, suelta entre risas. El vasco afincado en Benasque es puro nervio. Montañero eléctrico, profundo conocedor del rey del Pirineo, inquieto, confiesa que el confinamiento por la pandemia ha sido durísimo. “Peor que estar varios días metido en una tienda a 7.000 metros de altitud”, suelta rotundo.
Miembro de la expedición de Alex Txikon que este invierno buscó la cima del Everest, Jonatan García la tuvo que dejar por un accidente cuando trabajaba para subir al techo del mundo. Se recuperó en Benasque y en cuanto superó las heridas se puso a entrenar. Aún tuvo tiempo de abrir una vía en la cara noroeste de la Aguja Daviu –Ansia viva– antes de encerrarse en casa. Allí siguió con su preparación. “Me he metido un montón de horas en el rocódromo que nos hicimos en el garaje de mi suegro, una hora al día en una vieja bici estática, algo de pesas y 2.000 horas de subir escaleras al día”, dice.
Los diez primeros días del confinamiento los llevó como buenamente pudo. Y cada fecha que pasaba en el calendario era un coctel entre la desesperación y las ganas por salir. En cuanto se perfiló la desescalada puso en rojo el sábado 2. Y el Aneto por su vertiente sur el objetivo. Salió a las 7.30 de casa. Una mochila de 16 litros con medio litro de agua, piolets, crampones y un chubasquero su material. Los 14 kilómetros entre Benasque y el refugio de Coronas o de Pescadores los hizo sobre una BTT y todo quedó grabado en una vieja GroPo que encontró en un armario de casa.
Tanto la ruta hasta el refugio de coronas como el ascenso a la cumbre un espectáculo. La naturaleza en estado salvaje. El casi medio centenar de días sin presencia humana parece que se reactivó la naturaleza. Sarrios, ardillas, marmotas, avalanchas de piedras y nieve conferían un paisaje distinto al habitual. Además, nieve. Mucha nieve. El paso por el Puente de Mahoma más técnico que nunca y la cruz que corona el Aneto con tan solo 20 centímetros a la vista.
Eligió la cara sur del Aneto, de la que es profundo conocedor, porque quería aprovechar para ver varías vías posibles en próximas fechas. Lo que ni por asomo se podía imaginar era la repercusión que iba a tener su 99 ascensión al Aneto. Seguro que para la 100 tiene algo especial.