HUESCA | Jorge Abel descansa en Creta tras haber sido el primer español en cruzar la meta del Challenge Roth. El triatlón de larga distancia que se celebra en esta localidad de Baviera (Alemania) es uno de los más golosos del calendario internacional. Compite en el mundo mediático con el Ironman de Hawái. Los dos ofrecen las mismas distancias: 3,8 kilómetros nadando, 180 sobre la bici y 48 de carrera a pie. El objetivo del oscense enrolado en las filas del Stadium Casablanca Mapei era bajar de las 9 horas. Lo consiguió. Firmó un crono de 8h45m por lo que ya tiene una jarra más -la tercera- que añadir a la colección.
En la general acabó el 71 y en su categoría, entre 40 y 45 años, sexto. Se queda con el puesto de la general y ese sabor de primer español en cruzar la meta. En la localidad alemana se pincharon el dorsal 4.000 deportistas y un centenar de españoles entre ellos de los que al menos dos eran profesionales. El esfuerzo por lograr ese puesto fue titánico. No es fácil nadar, devorar kilómetros sobre la bici, cambiar las calas por las zapas y ponerse a correr todo ello de forma encadenada. Más difícil aún cuando uno se presenta en la línea de salida trastabillado por un accidente doméstico en la semana anterior.
Pero ya se sabe que hay deportes donde la fortaleza mental es básica. Y una Challenge no se puede disputar por muy entrenado que esté el músculo si no hay cabeza. Jorge Abel sabía que no iba a estar bien en lo físico y, quizá, la cabeza suplió el otro déficit. “Todo antes de la carrera pintaba mal”, recuerda en sus redes sociales, como que tampoco iba a enterrar un año de entreno a las órdenes del navarro Imanol Etxarri.
El segmento de natación lo cerró en 54 minutos. El accidente doméstico le afectó en un ojo por lo que decidió no entrar en la pelea. Buscar el lado menos peligroso del canal y salir de él de la mejor forma posible para coger la bici. Correr en Baviera implica desnivel. Y el trazado dejaba unos 1.200 metros positivos a los que aplicó una media de 40 kilómetros por hora. Quizá, el hecho de disputarse el triatlón en un sitio “espectacular”, tal como lo define, aminoró el sacrificio.
El segmento sobre la bici suele invitar a no respetar los 12 metros de separación exigidos entre corredores. Pero en Roth es imposible. Se lleva el control al detalle. Quien no lo respeta ya sabe a qué se expone: 5 segundos de penalización y un kilómetro más corriendo en la prueba a pie. “Se respetó en todo momento por lo que queda claro que si se quiere se puede hacer en cualquier triatlón”, apostilla el corredor del Stadium. Cerró el segmento en 4h34m y con épica. Los últimos 15 kilómetros los disputó con una rueda pinchada.
La carrera a pie adquirió tintes de drama. Correr al lado de un canal amplio y con 34 grados de temperatura implicó mucha humedad. Jorge Abel decidió apretar y salir cuanto antes del canal a fuerte ritmo. “El calor y la humedad me destrozaron”, recuerda el oscense que se encontró con el ‘tío del mazo’ entre el kilómetro 33 y el 34. “El objetivo era bajar de las nueve horas con lo que calculé los ritmos para entrar en meta y lograr el objetivo. Fueron fundamentales Mónica (su mujer) e Ixeya (la hija) para lograrlo”, recuerda. Entró en meta sin una gota de fuerza, absolutamente roto, pero con el objetivo conseguido. Ahora descansa en Creta con la familia, la jarra en la maleta y aguardando el momento de llegar a Huesca para dejarlas con las otras dos. Y sí, entonces la llenará de cerveza y se la beberá a la salud del Challenge Roth.