Ya en casa, recuperando tras su destacado periplo por las clásicas de primavera, Jorge Arcas cuenta a SPORTHUESCA su particular experiencia por dos monumentos como son Flandes y Roubaix. Unas carreras a las que en su segundo año les va cogiendo la medida, tal y como demostró en el Infierno del Norte.
Por segundo año consecutivo, el staff técnico del Movistar decidió enviar a Jorge Arcas en el grupo de ciclistas que iban a disputar las clásicas de primavera adoquinadas. Ya el año pasado, el de su debut, el ciclista de Sabiñánigo se estrenó en este tipo de pruebas que son tan duras y tan difíciles a la vez. No logró completar ninguna pero su trabajo resultó satisfactorio ya que su amigo y compañero, el navarro Imanol Erviti, cuajó unas extraordinarias actuaciones tanto en Flandes como en Roubaix con sendos top 10. Que Movistar logre eso en los adoquines del norte sabe casi a victoria.
Este año su campaña de clásicas comenzó antes. En marzo se añadió la Milán-San Remo, la que dicen es la clásica más fácil de acabar pero más difícil de ganar. Tras 296 kilómetros Jorge cruzó la línea de meta en la Via Roma. Primer Monumento que acababa, el que le iba a dar el fondo y el poso necesario para afrontar los siguientes, esos de los que toda la comunidad ciclista habla, esos que despiertan entre el aficionado lo que ninguna otra prueba de un día hace, ni el mismísimo Mundial. Hablamos de Flandes y Roubaix.
En el Tour de Flandes “la misión era coger la fuga buena”, comenta Arcas, algo que suena fácil pero que nunca lo es, máxime si “al primer intento ya se materializó, algo raro, y no pudimos cogerla”. Llegó la tregua hasta la parte decisiva, este año con el mítico Kapelmuur como punto de inflexión. Allí, añade, “iba bien colocado en el pelotón, me encontraba bien pese a que la tensión aumentaba, pero un percance de Erviti nos obligó a ayudarle”. Entonces apareció el Arcas gregario, que se entregó para intentar devolver a su líder a la parte delantera. El esfuerzo obviamente pasó factura, “pasaba los muros pero cada vez sentía más fatiga, por poco no pude acabarla”. Sí, fue por poco, el bueno de Arcas llegó hasta el kilómetro 250.
Entre semana, entre Flandes y Roubaix, el serrablés acudió con su equipo al Circuit de la Sarthe. Una buena manera de permanecer activo los días previos al Infierno del Norte. El objetivo pisar podium con Castroviejo, Bennati o Dowsett. Y se consiguió con el vasco. En el plano personal otra satisfacción. Décimo cuarto puesto en la crono individual “algo que me anima a seguir trabajando en esta especialidad”. A esto hay que añadir la fuga del último día, rodando escapados pero con la pena de que “la echaron abajo porque ninguno íbamos lejos en la general”.
Y así llegó el segundo domingo de abril, el que está reservado para la París-Roubaix. En la gran clásica gala “el objetivo era estar en la fuga como el año pasado”, pero no fue posible, en parte condicionados por un fuerte aire a favor. Inevitablemente empezaron a llegar las averías y las caídas, como la de su compañero Nelson Oliveira, “allí cada uno sobrevivió como pudo”, comenta Jorge. Es Roubaix, no se parece en nada a ninguna otra, ni tan siquiera a Flandes. Arcas lo salvó con una mezcla de suerte y saber moverse por el pavés. Pese a la fatiga acumulada por esas latitudes, el de Sabiñánigo tenía buenas piernas al llegar a Arenberg, “me ayudó el ambiente, es espectacular. Allí apreté los dientes para mantenerme en el pelotón principal a escasos 40 segundos del de cabeza, ya que eso es un sálvese quien pueda”. Compartía grupo con su líder, Erviti, quien le fue explicando poco a poco los sectores de pavés que estaban por venir. Con la memoria aún fresca recuerda como “Arenberg y Carrefour de l’Arbre son los sectores más duros”. Pero tocaba volver a apretar los dientes, esta vez con un buen regusto final en la boca “ya que sorprendentemente me encontré muy bien y pasé todo el pavés con unas sensaciones muy buenas”. Y así hasta llegar al abarrotado velódromo de Roubaix, “una sensación única, un placer entrar y dar la última vuelta de una carrera tan difícil y en el que la suerte es clave para poder terminar”. Pero sólo con la suerte no se llega, talento, esfuerzo y sacrificio también son necesarios.