Juan Pablo Caffa dejó huella en Zaragoza. Extremo zurdo talentoso de los que gustan en La Romareda, llegó a final del mercado estival para ayudar al club aragonés en la consecución del ascenso a Primera. Recuerdos imborrables de una etapa semejante a la actualidad zaragocista. Charlamos con él sobre su carrera.
Naciste en Murphy. ¿Cómo fue tu infancia?
La verdad que tuve una infancia tranquila. Murphy es un pueblo de apenas 4.000 habitantes y es perfecto para hacer una familia. Recuerdo mi infancia jugando a fútbol siempre con mis amigos en la calle. No tuve una infancia difícil como otra gente en Argentina. Era un pueblo pequeño en el que no sobraba nada, pero tampoco me faltó nada.
Pronto llegaste a las categorías inferiores de Boca. ¿Cómo se siente un niño al estar en el club más grande de su país?
Fue un privilegio jugar en Boca. Disfrute muchísimo en Buenos Aires. Un niño siempre sueña con jugar en los equipos más grandes de su país. Aún así, los primeros días fueron difíciles. Es un cambio muy grande pasar de un pueblo y estar con toda tu familia a esto. Pero me sirvió para madurar.
En un torneo europeo le gustaste al Chelsea e incluso llegaste a vestir su camiseta. ¿Pensaste en algún momento que podías llegar a fichar por los ‘blues’?
Lo cierto es que poca gente sabe esto. En un torneo que hicimos por Europa con Boca, el Chelsea me ojeó y estuve con ellos. Entrené con el primer equipo durante casi un mes. El entrenador era Claudio Ranieri y había jugadores como Petit, Lampard que era chiquito, Verón, Terry, Cole… Fue extraño porque fue ese mes y ya nunca más supimos nada de aquello. Se me quedó la espinita clavada, porque me gustaría haber fichado, pero acabó todo de manera extraña.
Poco a poco vas desarrollándote como futbolista e incluso llegas jugar en el primer equipo de Boca. ¿Imaginaste que esto pudiera llegar a pasar alguna vez?
Siempre sueñas con que eso pueda llegar a darse, pero nunca en la vida pensé que pudiera hacerse realidad. Boca es uno de los grandes de mi país y todo niño sueña con ello. Además, fui un privilegiado por poder vivir el campeonato del mundo que nos llevamos.
En 2007 llegaste a España. ¿Qué esperabas del fútbol español?
Ahora me arrepiento un poco de haber ido tan joven. Creo que en mi primer año me faltó un poco de madurez. Yo tenía muy poca experiencia, apenas había jugado un año y medio en la Primera División argentina y ya fui para España. Pero es gratificante que se reconociera mi esfuerzo tan pronto y disfruté muchísimo.
Un año más tarde llegas al Zaragoza. ¿Cómo se dio esa cesión?
Al final del mercado habló con los directivos del Betis y pensamos que lo mejor era buscar una salida, ya que ahí iba tener muy pocos minutos. Un día después recibí la llamada de Marcelino y me costó muy poco decidirme. Todo el mundo me hablaba bien de Zaragoza y no dude ni un instante.
Llegas a un Zaragoza presidido por Agapito Iglesias. ¿Cómo era personalmente con la plantilla?
Realmente yo no tenía ninguna relación con él. Solo recuerdo haber hablado con él el día del ascenso. Con el propietario tenían relación directa los capitanes y cuerpo técnico, pero no se entrometía en lo futbolístico. Era un hombre que no llamaba la atención, que no se dejaba ver.
¿Notaste que realmente existía esa presión por parte de la afición zaragocista?
Sí, se nota. Recuerdo un partido en el que íbamos ganando al filial del Sevilla por cuatro goles a cero y decidimos asegurar la posesión para no destrozarnos físicamente. Y se oía de fondo el murmullo en la grada.
“No silbaban, pero demandaban que fuéramos a por más. Y eso dice mucho de una afición que es inconformista y que siempre pide mucho a sus jugadores”
La temporada fue fructífera y finalmente conseguisteis el ascenso. ¿Cómo viviste aquel día?
Las sensaciones del día del ascenso son indescriptibles. Recuerdo la afición abarrotando La Romareda, estallando de alegría cuando finalizó el partido frente al Córdoba, las calles llenas… Yo estaba lesionado y aún así no dejé de saltar encima del autobús. Al día siguiente estaba destrozado, pero esta gente te contagia su euforia y ese día no lo cambio por nada.
La afición pidió tu fichaje, pero tuviste que volver al Betis. ¿Por qué no pudo darse tu incorporación al Zaragoza?
Yo llegué a Zaragoza mediante una cesión sin opción de compra. El Zaragoza insistió, pero era imposible económicamente. El Betis acababa de bajar y pensaron que mi experiencia sería muy positiva para devolverles a Primera. Yo en Zaragoza estaba cómodo, pero en el Betis también lo estuve y fueron muy buenos años.
Volviste al Betis, fuiste a Grecia, jugaste en Uruguay y en Ecuador y te acabas de retirar en Estados Unidos. ¿Cuál ha sido tu mejor experiencia futbolística fuera de tu país?
Sin lugar a dudas mi estancia en España. El fútbol es muy diferente en todos los países, pero España es en el que he jugado al mejor nivel. Son jugadores muy técnicos, mucho más que en cualquier país. Tienes que ser muy rápido mentalmente porque tus rivales lo son.
¿Qué recuerdo guardas de Zaragoza?
Guardo un recuerdo excepcional. Me gustaba muchísimo la comida ahí. Recuerdo que había una ruta gastronómica buenísima. Se comía genial, como en toda España. Y luego me encantaba jugar en La Romareda: el césped siempre perfecto, una hinchada que te arropaba y te alentaba… Recuerdo también la Ciudad Deportiva. Era perfecto jugar en Zaragoza, me sentí muy cómodo y querido.
¿Sigues al equipo este año?
Ahora con las redes sociales es todo mucho más fácil. Lo sigo, sí, pero casi nunca consigo verlo. Para ello tengo que meterme en páginas raras y no me gusta (risas). Pero sí, sé que está en muy buen lugar para subir. Tienen buena plantilla con gente de la casa y luego tienen a Víctor, que me entrenó en el Betis y me encanta.
“Víctor es uno de esos entrenadores aislados del fútbol moderno en el que tanto importan los resultados. Él se preocupa de jugar bien a la pelota y hacer disfrutar a la hinchada. Y tiene un lazo de unión tremendo con Zaragoza y su afición. Es el momento”
¿Guardas relación con algún jugador?
Como decía antes, jugar en Zaragoza me encantó. Ya no solo por la hinchada, sino por los compañeros. Compartí vestuario con ídolos de mi país como Leo Ponzio o el ‘Ratón’ Ayala, que ahora son amigos. Con Ander hablo casi cada semana. Guardo relación con Chus, hace poco vi a Jorge López, volví a coincidir con Doblas, a veces hablo con la familia de ‘Zapa’… Hicimos un grupo excelente y sigo teniendo relación con ellos.
¿Qué tienes pensado hacer de cara al futuro? ¿Te gustaría pasar por los banquillos?
Ahora mismo estoy trabajando en una agencia de representación en Estados Unidos. Aquí me piden que me quede para impulsar el fútbol por mi experiencia en tantas ligas. A futuro no sé qué haré, pero no me veo como entrenador. Ya lo he probado con juveniles aquí y no me ha disgustado pero tampoco me llena. Igual con profesionales sería mejor