“Esta derrota no me deja tocado”, afirmaba Rubén Baraja tras el partido ante el Tenerife. El enésimo fracaso ante el equipo canario ha podido significar que no sólo se fuera tocado, sino también hundido. La progresiva involución futbolística del Real Zaragoza y los continuos desencuentros entre el propio Baraja y sus futbolistas han provocado la reunión urgente de los responsables del club para decidir sobre su futuro. Ante el Tenerife, Baraja desertó, alineando a futbolistas juveniles cuando no era necesario y dando muestras de un fatal desencuentro con algunos de sus mejores futbolistas.
El Real Zaragoza se limitó a sí mismo
Las ausencias por lesión evidenciaron aún más las carencias de un Real Zaragoza totalmente desfigurado. Rubén Baraja alineó un once totalmente caótico, limitando la acción de sus mejores hombres y firmando su sentencia como entrenador del equipo blanquillo. Pep Chavarría fue el mayor perjudicado de este nuevo experimento fallido. El catalán se colocó como central zurdo en salida de balón, una posición habitualmente ocupada por Nieto. De esta forma, el Real Zaragoza se autodestruyó, eliminando del ataque a su jugador más desequilibrante. Chavarría se vio obligado a cerrar la línea de tres defensas y a limitar por completo sus subidas por la banda. Al contrario que en otras ocasiones, el lateral no completó ningún regate, y tampoco fue capaz de llegar a línea de fondo para surtir de algún centro a los delanteros.
Sergio Bermejo volvió a ser el mejor jugador del Real Zaragoza pese a partir desde la banda. Baraja volvió a plantear un 4-4-2 totalmente rígido, obligando a Bermejo a anclarse en el costado derecho. Sólo cuando recibía el balón, Bermejo pudo salirse de la banda y conducir hacia su posición más natural, la mediapunta. La ausencia de distintas alturas volvió a condenar al Real Zaragoza, que no fue capaz de encontrar a sus jugadores de ataque entre las líneas defensivas del Tenerife. Segio Bermejo, como en su día le ocurrió a Febas, sigue dando muestras de su calidad y descaro como acompañante de los dos delanteros. Pero no en la banda, sino en el centro, como encargado de ser el enganche entre los delanteros y el resto de su equipo.
Igbekeme y Ros, un doble pivote que ni genera ni destruye
El total desencuentro entre Eguaras y Baraja provocó la formación de un nuevo doble pivote. James Igbekeme y Javi Ros formaron una pareja inédita y que no pudo sostener al Real Zaragoza. El equipo maño sufrió en la elaboración sin un jugador que pudiera poner orden y dirigir la máquina de operaciones.
Los pases entre los cuatro defensas zaragocistas fueron la mayor señal de que al equipo le faltó un pivote con calidad suficiente como para echarse el equipo a la espalda. Entre Chavarría, Tejero, Francés y Guitián sumaron 257 de los 451 pases que completó el Real Zaragoza. Un síntoma evidente de que ninguno de los mediocentros fue capaz de coger la batuta y darle claridad en la elaboración del juego a su equipo. Tanto Ros como Igbekeme se escondieron cuando más se requería su presencia. El Tenerife obligó a Guitián y Francés a ser los encargados de distribuir balones.
Eguaras firmó su cuarto partido como suplente, así como su cuarto partido sin minutos. Su desaparición del equipo no es coincidencia, sino que hace referencia a un desencuentro con Rubén Baraja. El técnico decidió apartarlo de sus alineaciones, al igual que a Haris Vuckic. Una decisión cuyas repercusiones están siendo más que evidentes en el juego del Real Zaragoza. La aparición de Francho en la segunda mitad apenas pudo darle un respiro al juego zaragocista. Con el Tenerife cerrando filas, tuvo que ser Bermejo el que se despegó de la banda para tratar de generar algo de peligro sobre la meta de Ortolá.
Un ambiente totalmente desfavorable para los canteranos
El debut de canteranos con el primer equipo siempre es una buena noticia. Pero las formas en las que lo están haciendo no son buenas, ni para el Real Zaragoza, ni para ellos mismos. Ante el Tenerife, coincidieron en el campo Francho Serrano (2001), Iván Azón (2002) y Alejandro Francés (2002), mientras en el banquillo esperaban jugadores como Zapater, Eguaras o Vuckic. Baraja lanzó al ruedo a jóvenes promesas zaragocistas en un ambiente de total apatía y crispación. Lo hizo ante un rival cuyo entrenador estaba en el punto de mira y que puede acabar convirtiéndose en un rival directo por la salvación. Baraja cargó de una inmensa responsabilidad a tres jóvenes que debían encargarse de sostener la defensa, organizar al equipo y marcar los goles de una utópica victoria.
La cantera debe seguir siendo una baza importante en el primer equipo del Real Zaragoza. Las recientes hornadas de jóvenes que está produciendo la Ciudad Deportiva en nada tienen que envidiar a las principales canteras del panorama nacional. Sin embargo, la paciencia debe ser clave, y la entrada de cada canterano en su momento adecuado y en un ambiente de posible crecimiento debe ser fundamental. De nada sirve lanzar a Azón a pelear un cuerpo a cuerpo contra dos centrales con mayor capacidad física y experiencia. Tampoco introducir a Francho en un centro del campo descompuesto y sin capacidad para generar juego. Y ni mucho menos conviene marcar a un central juvenil rodeándolo de compañeros inseguros y en un momento de serias dudas.
El necesario adiós de Baraja del Real Zaragoza
El Real Zaragoza no puede esperar más. No porque se le escapa el tren del ascenso, sino porque se va a ver atropellado por el del descenso. El equipo necesita un cambio radical en todos los aspectos. Desde lo anímico hasta lo futbolístico. Recuperar a jugadores que deben de ser claves deberá ser el primer objetivo del nuevo entrenador para rehacer una plantilla cada vez más dividida. Dotar a cada jugador de un ambiente idóneo para desplegar todas sus facultades será una tarea complicada con el curso ya en marcha, pero que deberá abordar el nuevo técnico.
Ser entrenador es mucho más que ser un alineador. Al fin y al cabo, de lo segundo hay millones de personas capaces de hacerlo. Mejorar y comprender a cada futbolista para sacar lo mejor de él será lo que pueda cambiar la cara a un Real Zaragoza que ha tocado fondo.