Son cosas de LaLiga SmartBank. El Real Zaragoza vio cómo el Alcorcón se llevaba los tres puntos de la Romareda sin ni siquiera disparar a portería. Ambos equipos jugaron uno de esos partidos catalogados como “de seis puntos”, por la rivalidad y cercanía de ambos en la clasificación. Con el descenso acechando, el miedo por perder se impuso a la ambición por ganar. Juan Ignacio Martínez y Juan Antonio Anquela jugaron su propio partido, en un duelo de pizarras tan rácano como conservador. Un juego en el que el Real Zaragoza no ha salido históricamente vencedor y en el que un autogol le recordó cómo es LaLiga SmartBank.
Anquela, el gran vencedor del Real Zaragoza Alcorcón
Al Real Zaragoza se le atragantó el partido desde el inicio. Pese a contar con más de una semana para preparar el encuentro, Juan Ignacio Martínez no encontró la forma de hacer daño a un Alcorcón bien armado y a la espera de su oportunidad. Sin embargo, Anquela sí sabría encontrar la forma de ahogar al equipo maño. El técnico alfarero trazó un plan de partido basado en un esquema preparado ex profeso para desarticular el poderío ofensivo del Real Zaragoza.
Anquela ordenó a sus jugadores bajo un esquema 3-5-2, con Laure y Bellvis como carrileros de gran recorrido. Ambos jugaron un papel vital, siendo los encargados de tapar a Chavarría y Vigaray, que jugaron el partido más incómodo de la temporada. Con los laterales neutralizados, el Alcorcón acumularía jugadores por dentro, dificultando la circulación de balón del trivote maño y tapando a un Eguaras cuyo protagonismo fue mínimo durante la primera mitad.
El Real Zaragoza, agazapado en su campo, utilizaría el recurso de Álex Alegría. Francés y Jair gozaron de total libertad para distribuir, pero la organizada presión alfarera les obligó a ver en Alegría la única salida posible.
Sin acción ni reacción
Pasaban los minutos y el Real Zaragoza era incapaz de meterse en el partido. Un tímido acercamiento de Narváez tras una prolongación de Álex Alegría sería lo único reseñable del primer tiempo. El Alcorcón había planteado una presión alta, ahogando la salida de balón zaragocista e igualando a sus jugadores con los jugadores blanquillos. Mientras tanto, el Real Zaragoza seguía insistiendo en buscar una salida limpia de balón, asumiendo demasiados riesgos. La ausencia de soluciones desde el banquillo y la falta de recursos llevaron al equipo maño a desperdiciar los primeros 45 minutos.
El ambicioso planteamiento de Anquela hizo que el Alcorcón se impusiese en juego e intensidad. La presión alta en campo contrario estuvo acompañada por una presión tras pérdida muy fuerte. El equipo visitante se hizo con la posesión (57%), disparó hasta en nueve ocasiones y provocó hasta 70 pérdidas de balón del Real Zaragoza. El Alcorcón cuajaría así una primera parte notable, maniatando al conjunto maño y obligando a Juan Ignacio Martínez a reaccionar en el descanso.
Cambio de roles, mismo resultado
El paso por vestuarios trajo consigo un cambio en la posesión. El balón, que hasta entonces había sido visitante, cayó en los pies del Real Zaragoza. Fruto del cansancio, el Alcorcón retrasó su presión hasta un bloque medio bajo, aunque sin rehuir a ser protagonistas cuando tenían el balón. El poco ritmo de la primera mitad acabó por esfumarse. Con el paso de los minutos, los equipos valoraban con mejores ojos un posible empate a nada. Sin ocasiones ni acercamientos, el Alcorcón se encontró con un regalo. De nuevo, a balón parado, el Real Zaragoza encajaría un gol que le restaría puntos.
Desde el banquillo, se daría entrada a Zapater y Adrián, sustituyendo a James y Francho. El doble cambio de JIM no haría más que ralentizar el ritmo de juego y restar creatividad al centro del campo. La salida de Bermejo por Iván Azón terminó de facilitar las tareas defensivas a un Alcorcón que vivió un partido plácido. Con la entrada de Vuckic, el Real Zaragoza acabaría formando con cuatro puntas, evidenciando que no por más delanteros que haya, el equipo va a atacar más. De esta forma, JIM volvería a ver cómo se le escapaba el partido en la segunda mitad. La ausencia de revulsivos o la mala toma de decisiones desde el banquillo volvió a condenar al Real Zaragoza, que tiene un plan A, pero que en cuanto necesita de un plan alternativo se cae como un castillo de naipes.
Ante el Alcorcón, el Real Zaragoza jugó uno de sus peores partidos de la temporada. Por demérito propio, pero también por mérito de un rival que conocía las pocas virtudes del equipo maño y supo anularlas. La intervención desde el banquillo en momentos difíciles y el paso al frente de otros jugadores debe ser vital en el tramo más complicado de la temporada.